Diario de León

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Cada paso que da le deja aún más en evidencia. La acción de Pedro Sánchez, sus políticas, se pierden en la polvareda de una incomprensible estrategia autodestructiva. Para muestra, su unilateral giro en la cuestión del Sáhara Occidental. ¡Han quedado tantos cabos sueltos, tantas preguntas sin responder! Este mismo miércoles volverá a visibilizarse en el Congreso de los Diputados la soledad del presidente del Gobierno. Otra vez piedras contra su propio tejado.

La entrega de la antigua colonia al plan marroquí, abandonando nuestra tradicional neutralidad, más allá de abrir una crisis inesperada con Argelia en un momento muy delicado ha colocado al propio PSOE en una situación de máximo riesgo. Tanto, que para buena parte de sus bases y su electorado tradicional de izquierdas no resulta comprensible. Si a los enfadados con Sánchez por abjurar de los saharauis tras casi medio siglo pudo quedarles una sombra de duda, ésta se desvaneció tras negar el líder socialista que haya habido giro alguno, vendiendo la idea de que solo ha «profundizado» en la vía iniciada por España bajo el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero. Una ocurrencia dialéctica, una más, que supone al fin y al cabo un insulto a la inteligencia.

En su cúmulo de despropósitos, se negó incluso a atender la recomendación de los suyos de recurrir en su momento a Felipe VI. «La Casa del Rey trasladó su disponibilidad a actuar en el estallido de la crisis, hace ahora más de un año, pero nunca fue permitida su mediación», admiten fuentes diplomáticas. El presidente negó al jefe del Estado una intervención ante Mohamed VI. Ahora, Sánchez insiste en su desprecio al Congreso diluyendo de nuevo el asunto del Sáhara en una comparecencia para dar cuenta de un Consejo Europeo. Ya hizo lo mismo el 30 de marzo.

Sobre el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo va a seguir sobrevolando la sospecha de que el cambio de La Moncloa, bendiciendo ahora que la antigua colonia pueda convertirse en una autonomía dentro del reino alauí, pueda deberse a que Rabat está detrás del espionaje a Sánchez con Pegasus. Un estado de opinión que ha aflorado con fuerza entre los españoles. Cierto: sólo nombrar tal hipótesis genera un grave problema en La Moncloa. El primer círculo operativo del presidente insiste en que probablemente nunca se desvele la procedencia del ataque al teléfono móvil de su jefe. Precisamente esa falta de respuestas da cuartos al pregonero. Y con razón.

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