Diario de León

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Cuando, en un movimiento de contraataque, Isabel Díaz Ayuso convocó elecciones el 4 de mayo, no podía intuir que acabaría enfrentándose no solo a un PSOE fuera de juego y a un Cs en sus estertores, sino al mismísimo Pablo Iglesias. «Comunismo o libertad» es el dilema que ha explicitado la presidenta madrileña como lema para calentar motores. En realidad, populismo o democracia. Aunque parezca extemporáneo, la ultraizquierda, noventa años más tarde, se ha lanzado a crear un nuevo Frente Popular contra la lideresa del PP.

La batalla por la emblemática Madrid se vislumbra concluyente. Y, subida sobre sondeos que la dibujan como imbatible, Ayuso se ha lanzado a la búsqueda de una amplia mayoría. Muy pocos líderes son hoy capaces de poner a sus siglas en senda ascendente. Ayuso ha conseguido convertirse en un político transversal que atrae votantes de muy diferentes perfiles ideológicos. Ha demostrado una habilidad no muy frecuente y genera a su alrededor un auténtico efecto fan. En la democracia de audiencias por la que transitamos, esos aires populares son el huracán que te encumbra al éxito.

No hay más que ver las reacciones que suscita cada una de sus declaraciones: vídeos, tuits, memes a favor o en contra. No deja indiferentes. Heroína para la mayoría, Cruella De Vil para la izquierda exuberante. A tanto llega el fenómeno, que hasta hay una pizza que lleva su nombre, la Madonna Ayuso, en agradecimiento por «salvar» de la pandemia a un sector como la hostelería. Desde luego, la mandataria del PP ha demostrado que, pese a las poderosas críticas, demasiadas veces cargadas del peor partidismo, ha sabido hacer las cosas a su manera. En política eso no se atreve a hacerlo cualquiera. Y, encima, los hechos han acabado dándole la razón.

Ayuso es una aguerrida y entusiasta. Tiene olfato político. Se caracteriza por su talante retador y por una muy sana espontaneidad que le permite ser cercana para comunicar. Su campaña de aquí a mayo parece bien marcada: pisar la acera sin complejos. La gente la quiere, la paran por la calle, la vitorean, más de un comerciante sale a hacerle algún regalo al verla pasar. Con razón Génova 13 se sube al carro de su aureola. Y ella haría bien si en la próxima campaña se rodease de barones de peso del PP como Feijóo, Juanma Moreno o Fernández Mañueco, que gozan de muy buena imagen, sobre todo en las poblaciones grandes e informadas de Madrid. Y en la capital, ya se sabe, del brazo de otro fenómeno similar como el alcalde Almeida.

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