Diario de León

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La pregunta en los mentideros sigue siendo la misma: «¿Quién será el candidato socialista a la alcaldía de Madrid?» Ahora mismo no hay ningún nombre de relumbrón en las quinielas, después de que se hayan autodescartado distintos miembros del Gobierno: Margarita Robles, Fernando Grande-Marlaska, Pilar Llop, Félix Bolaños, Reyes Maroto... Todos huyen a la carrera cada vez que unos ojos se clavan en ellos. La desbandada desmiente la propaganda de Ferraz según la cual en 2023 la capital puede ser, la friolera de 33 años después, una plaza asequible.

Sobran los engañosos fogonazos electoralistas. «No viene a cuento alimentar las expectativas», avisan dirigentes del PSOE-M que caen abiertamente en el sarcasmo ante un viaje a las urnas que promete terminar de nuevo con muy mal pie. «El candidato será Pedro Sánchez», sostienen. Al fin y al cabo, el elegido será ungido personalmente por el presidente. Una vez más. Sánchez se ha saltado a la federación madrileña y, con sus interferencias, ha convertido el escenario en un despropósito.

En la memoria, pesa haber quedado relegados a la cuarta posición en 2019 con la apuesta por el ex seleccionador de baloncesto Pepu Hernández. Aquella aventura acabó como el rosario de la Aurora. Y son legión quienes creyeron que Sánchez aprendería de aquel error. La maltrecha dirección regional soñaba con tener ya el tándem de Juan Lobato para poner en marcha la campaña frente a Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida. Sin embargo, tras dejar caer a la delegada del Gobierno, Mercedes González —«por triste», según ha llegado a zanjar el núcleo duro presidencial—, Sánchez deshoja su margarita retrasando la designación dos meses.

Y en el ínterin, claro está, se le cuelan posibles carteles de lustre, con el consiguiente malestar en el alto mando sanchista contra José Luis Rodríguez Zapatero por enredar por su cuenta y riesgo con el poeta Luis García Montero como opción. Resultó un intento fallido. «Hombre, por favor. Ocurrencias, ninguna», salivó el secretario de Organización, Santos Cerdán. La reacción con cajas destempladas chocó de entrada, pero deja entrever una intrahistoria. El enfado con el ex presidente del Gobierno, tan dado él a moverse entre bambalinas, ha sido de los que hacen época.

En privado, los comentarios de mandatarios socialistas reflejan, sobre todo, perplejidad. También desasosiego. Ven venir que Madrid se los va a llevar por el desagüe electoral y nadie encuentra el camino para dar la vuelta a la amarga situación.

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