Diario de León

Antonio Manilla

Coq de ‘León is different’

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Que España es diferente ya lo postuló Manuel Fraga hace sesenta años y hasta ahora no hemos carecido de ejemplos que lo confirmen. El ministro de la dictadura puso ese lema a una campaña turística internacional que, haciendo de la necesidad virtud, pretendía resaltar el exotismo de nuestro país, y no falta quien todavía nos lo recuerda, como Michel Houllebecq, quien sostiene en su última novela, Serotonina , que Franco fue «el verdadero inventor a escala mundial del turismo de lugares con encanto», sentando las bases del «turismo de masas». En la actualidad, puesto que los extremos se tocan, basta pensar en la suprema paradoja de tener una ministra «consorte» predicando igualdad desde un chalet de lujo. Ya vendrá quien sostenga dentro de unas décadas que aquí inventamos los ministros de alcoba, el feminismo de Estado o la paridad roché.

Lo que uno no sabía es que León también «is different». Porque díganme si —como ante una barbaridad responde uno de los personajes de la novela de Miguel d’Ors El infortunio del señor Seniergues — no «es más de lo que puede creerse» lo que está ocurriendo en el valle del Curueño, con la connivencia por falta de compromiso de todas las administraciones. Nada más y nada menos esto: está en peligro la continuidad de la cría del gallo leonés, esas plumas de «coq de León» que están en todos los libros, vídeos y catálogos de pesca del mundo. Ni siquiera la Catedral, las Médulas o San Isidoro han paseado tanto el nombre de León por el orbe como ese gallo que siempre se ha cultivado en La Cándana de Curueño —muchos atribuyen a la geografía su bondad— y que ahora ve cómo sus dos principales criadores trasladan sus corrales a otras tierras debido a una ley de granjas. Igual si se hubiese llamado «coq de Castilla y León» esto no estaría ocurriendo.

Actualmente, con unas legislaciones locales a las que la Junta no cesa de poner trabas para su desarrollo más allá de la costumbre, resulta más fácil poner un parque eólico en los terrenos comunales de un pueblo que mantener una granja de gallos donde siempre ha estado. ¿No ha sido capaz ni el ayuntamiento de La Vecilla, ni la Diputación, ni la Junta, de defender una excepcionalidad para estas granjas que producen algo único en el mundo entero? La respuesta es no y, desde luego, es más de lo que puede creerse. León is different.

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