Diario de León

Antonio Manilla

El manifiesto

CUERPO A TIERRA | Si León lleva treinta y cinco años maltratado por la gestión de la Junta de Castilla y León, lo primero de todo, antes que tomar las de Villadiego, será reclamar esa deuda histórica, exigir justicia y reparación, procurar que nos sea devuelto todo aquello que nos ha llevado a la debacle económica y a la decadencia de la región que en el manifiesto se describe y es innegable

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Según esa lógica binaria que rige en asuntos pasionales y políticos, el que no está conmigo está contra mí. Es el principio del fascismo: los que no son los nuestros, no son los otros sino el enemigo. Con los manifiestos pasa un poco eso: o los firmas o es que estás en contra, cuando puede ser que nada más no estés completamente de acuerdo. O que consideres que no sea el momento y la ocasión, que en política todo es cuestión de tiempos. Incluso que pienses que esos abajo firmantes se estén dejando llevar por la actualidad que marca un determinado partido, con sus intereses tan diversificados como el capital en las inversiones de bolsa. En cualquier caso, es chungo incluso atreverse a manifestar algún desacuerdo: quién es uno para pensar distinto, no digo más o mejor, que todo ese reparto de notables en las más diversas materias.

A uno, que, cuando concuerdan más de tres personas en cualquier asunto, sospecha de oficio, el «todos a una» como en Fuenteovejuna leonesista con que hemos despedido el año viejo me ha parecido un despropósito. Lo avalan personas que admiro y otras que no conozco de nada, el texto en sus datos me parece correcto y la ocasión, tan poco propicia como un disparo a destiempo, pero mi discrepancia es de fondo. Si León lleva treinta y cinco años maltratado por la gestión de la Junta de Castilla y León, lo primero de todo, antes que tomar las de Villadiego, será reclamar esa deuda histórica, exigir justicia y reparación, procurar que nos sea devuelto todo aquello que nos ha llevado a la debacle económica y a la decadencia de la región que en el manifiesto se describe y es innegable.

Romper la baraja, ese pueril «me enfado y me voy» no es precisamente «la mejor solución» que se espera de un político responsable. De hecho, es la negación de la política. Se parece más a una pataleta, a una reacción de despecho, que a una decisión emitida bajo el dictado de la razón. Que proceda de un alcalde que milita en un partido de izquierdas, viendo el histórico de los líderes leonesistas, resulta además extraño. Reivindicar el agravio y denunciar la merma que León ha sufrido durante su pertenencia a esta comunidad, es urgente y prioritario. Y corregirlo. Lo otro, que lo diriman los alcaldes de aquí y de allí con un metro cuando se vean.

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