Diario de León

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La primera mitad del siglo XX fue de masacre en masacre hasta la aparición del rock and roll. A partir de Elvis, las guerras fueron regionales, guerras frías o torpes incursiones vietnamitas, ya nunca más se enzarzaron decenas de naciones en conflictos armados que no fueran virtuales. El rock and roll vino al mundo para ponerlo a bailar y lo volvió un lugar mucho más pacífico. Conclusión: cambió las mentalidades.

Acabo de improvisar este «razonamiento» para ilustrar lo que es una falsa inferencia, es decir, hacer de una coincidencia en el tiempo un acontecimiento generador de otro, como si hubiera un nexo irrebatible, una relación de causa y efecto. La conocida falacia «post hoc, ergo proper hoc»: después de esto, luego a causa de esto. Los ensayos dictados por el pensamiento débil están repletos de asociaciones así, en la autoficción novelesca no abundan menos y es porque resulta mentalmente muy satisfactorio decir cosas que nadie ha dicho antes, aunque sostener no se sostengan ni con andamios. Pueden tener un pase en los géneros de ficción, incluso en una columna con pretensiones literarias, pero no en la historia de las ideas. No se piense que están libres de este pecado las personas de reconocida solidez intelectual, ni mucho menos, casi al contrario: soltar una que nadie haya soltado antes es una tentación muy fuerte. Lo que viste salirse del redil del pensamiento trillado produce un placer que no está al alcance ni de la pasarela Cibeles. Y no lo digo yo: los neurólogos señalan a la «novedad» como una de las mayores productoras de sustancias tales que oxitocina y dopamina, las cuales premian con su dosis al colgado de nuestro cerebro.

Como salidas de pata de banco podríamos tildar tantas de las ideas que nos llegan desde el ensayismo, aunque no sea francés, o a través las páginas de cualquier periódico, cuando en realidad son más bien ideas de yonqui: boutades de un cerebro necesitado a la búsqueda de su recompensa química. A mí esta teoría de perseguir la novedad a cualquier precio de los estudiosos me explicaría muchas cosas que casi nunca entiendo, como la moda para hombre de los modistos, las medidas anti-covid de algunas comunidades o la fijación de cierto alcalde con la pintura verde y sus poderes para regular el tráfico rodado. Por desgracia, lo que a nadie se le ha ocurrido jamás, casi nunca resulta una genialidad.

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