Diario de León

Antonio Manilla

Inmunidad o creencia

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Casi nada es tan simple y sencillo como parece. O como nos lo están vendiendo. La ciencia, mismamente. Hay quien se extraña de que nos digan al mismo tiempo que una vacuna crea inmunidad y no la crea. Pues a mí no me extraña lo más mínimo, incluso sin acordarme del gato de Schrödinger. La fe en las leyes de la evolución, por ejemplo, puede resultar tan chocante como cualquier creencia religiosa. Si, como sostiene nuestro conocimiento, cualquier espécimen viable representa a la especie, eso quiere decir que por ejemplo Pedro Sánchez —ponga a cualquier político de primera línea— lleva dentro de sí todas las posibilidades genéticas de la humanidad, genialidad y talento incluidas. Yo estoy mucho menos predispuesto intelectualmente a creer esa remota posibilidad que en el ángel de la Anunciación o que el Espíritu Santo en forma de paloma fecundó a la Virgen María. Incluso en el milagro de la división de la luna de Mahoma y en el foso de fuego, terror y alas que lo separaba del mundo. O en la teoría laica de las cinco personas. Y eso que soy bastante escéptico de por sí.

La ciencia, heredera de la magia, en realidad no es más que una metodología de trabajo orientada a la máxima objetividad. Un procedimiento garantista, pero no el oráculo de nuestro tiempo, aunque haya quienes crean que en sus avances se escucha la voz de los dioses como si fuera una emisora de frecuencia modulada. Desde el mono desnudo hasta el varón domado, tengo para mí que no ha habido muchas novedades: seguramente nuestro antepasado prehomínido ya obedecía a su mujer y temía a su suegra. Y, muchas de las que hay, están copiadas: ahora, por ejemplo, se ponen a trabajar muchos ordenadores interconectados, aumentando su capacidad de cálculo, como si fuera lo más y en realidad es algo tan viejo y belga como el pensar en red o el chocolate más fino del mundo.

Lo sujeto a cambio es nuestra explicación del mundo, que conquista poco a poco pequeños territorios de la inmensa realidad. Hay pocas cosas nuevas bajo el sol. Varía nuestro relato del universo pero el universo sigue ahí fuera, ajeno a nuestro relato, expandiéndose o contrayéndose independientemente de nuestras teorías, con nosotros dentro. El homocentrismo es el ego de la especie. Por si acaso, aunque estén vacunados, sigan cuidándose contra el virus, que es lo único seguro.

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