Diario de León

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El cachondeo que han creado las geometrías y pinturas con que se ha acicalado, convirtiéndola en un esperpento, nuestra calle mayor, no debería desviar la atención de la «peora» que supone para la ciudad, aunque se la vista de mejora. No son los regios mojones pétreos con código de barras ni los colores chillones lo que la convierten en una mala decisión, sino el nuevo trombo para la circulación rodada por la urbe que supone. Otra desconexión, suma y sigue, porque se proyectan más, que parte la ciudad y obliga a rodeos y pérdidas de tiempo a los habitantes de León, lógico pues ha sido pensada para el turismo.

Cuando a poco más de un kilómetro del centro ya estás en las afueras, una peatonalización no tiene demasiado sentido para los viandantes, como se nos quiere vender, y no hace falta mucha fantasía para imaginársela convertida a no mucho tardar en plataforma para terrazas de bares por venir. Zona de tapeo y copas será el destino de la calle vestida de Municipalia por un alcalde que, como todos, lo primero que pretendió fue hacer ostentación de mando en plaza, llevando a pronto término una decisión gratuita y caprichosa, que ir iría en su programa pero este no obtuvo mayoría, es decir, que está sostenida por leonesistas y podemitas como cooperadores necesarios.

Intransigente no es tanto aquel que trata de imponer a toda costa su ideología —eso lo es el proselitista, aunque en ocasiones coincidan en la misma persona— como el ciego que se niega a admitir que sus ideas han sido defraudadas por los hechos. Hacer causa de un error o de una superstición, que es la creencia que ha sido superada por el conocimiento, a sabiendas, o con todas las posibilidades a su disposición, es el colmo de la cerrilidad. Pero, como sabemos desde Montaigne, el hombre es un ser capaz de «morir por conjeturas» y dar el brazo a torcer no está entre las opciones de nadie que se dedique a la política. El político vive con razón, sin razón y contra ella. Por razón entiende, normalmente, lo que está escrito en su programa, que siempre es lo que hay que sostener para quedar bien en un momento determinado. Ver más allá de las bardas de su corral ni le importa ni es cosa suya: todo su horizonte, en el mejor de los casos, es a cuatro años vista. Así nos va.

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