Diario de León

Antonio Manilla

La reina del lugar

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Ahí viene la curva, le gusta bailar. Lo mismo se doblega ante los embustes vertidos en una rueda de prensa que se crece y empina hasta copar las ucis. Si no fuera porque detrás de esta plaga hay un cerro de muertos, los vaivenes en el discurso oficial, más allá de confirmar que nuestros dirigentes lo ignoran todo sobre cómo gobernar esta barca, serían risibles. De hecho lo son y se les ha sacado punta, quizá porque la vida sigue y el humor es el cauterio más suave cuando se vive en la desgracia. Vacuna matata. Reírse para no llorar. Que los políticos se hayan trocado en humoristas es un síntoma que, aunque la ciencia aún no lo ha atribuido al virus, cualquier día aparece en la primera de algún digital casero, respaldado por un estudio de la universidad de Springfield.

Ahora que la curva se ha convertido en ola, nueva ola, y cuando está rocanroleando es la reina del lugar, los que tenían a su cargo el timón nos dicen que todo es culpa nuestra. No de tener abiertos aeropuertos, ir los transportes públicos a rebosar y estar los pasillos de las facultades como el metro a hora punta —todo dentro de la «nueva mortalidad»—, tampoco de repartir por la península al tuntún y sin previo PCR a los inmigrantes que llegaron a Canarias. No, la culpa es de cumplir la inmensa mayoría del pueblo esas normativas que ellos mismos nos dictaron. Como buenos jefes, sus medidas eran perfectas y la responsabilidad siempre es de los inútiles de sus subalternos. Amortizado el habitual comodín del público, aquello de que la pandemia es mundial —y, como es lógico, la lucha contra ella autonómica—, ahora toca el discurso de despachar las quejas al maestro armero o al espíritu santo. En defensa de la obviedad, «mutatis mutandis», digamos que el comodín también es reversible: todos los países están sufriendo el oleaje de modo semejante, así que nuestros establecimientos no serían tan inseguros ni nosotros tan inconscientes e incívicos durante las Navidades, ¿no?

El descontrol es preocupante. Miren alrededor: Astorga en rebeldía efímera contra la Junta, la Junta pasándose al Gobierno por el arco del triunfo y el Congreso debatiendo sobre la monarquía mientras no hay quién ponga las vacunas a la población. A mí se me está poniendo cuerpo de grafiti: Si el virus no te mata, tu gobierno lo hará.

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