Diario de León

Editorial. Al 10-N por los 'tahúres del Misisipi'

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La corta pero intensa historia de la Democracia en este país facilita episodios curiosos. Escuchar ahora las alabanzas de Alfonso Guerra al piloto de la Transición, Adolfo Suárez, llama poderosamente la atención a los más veteranos seguidores de la política española. El entonces todopoderoso ‘dos’ del PSOE atizó sin pudor a un Suárez tambaleante, como también lo era en el fondo el nuevo sistema de libertades, y acuñó una frase que ha entrado en la historia: llamó al entonces presidente ‘tahúr del Misisipi’. Aquel día de 1980 Suárez afrontaba una moción de censura que no prosperó pero que le dejó muy tocado.

Eran momentos complicados para España porque el esfuerzo realizado en los años anteriores para crear la Constitución y el actual Estado Democrático de Derecho y Bienestar había quedado eclipsado por el afán de alcanzar el poder y de recabar votos a cualquier precio. Lo de ‘tahúr del misisipi’, como sinónimo de tramposo, ha permanecido desde entonces, como también un afán electoralista al que son ajenos otros países de nuestro entorno, en los que no resultan extraños los apoyos entre ‘enemigos’ en asuntos fundamentales e incluso para apuntalar gobiernos estables.

Allí se exhibe la altura de miras y cuáles son las verdaderas prioridades de los partidos en sus actuaciones, una circunstancia que nos es ajena. En España, más al estilo de Italia o de Grecia, el tacticismo marca permanentemente la actuación de todos y lamentablemente se han cumplido los peores augurios y la irrupción del multipartidismo nos ha empujado directamente hacia una ingobernabilidad manifiesta y muy perjudicial. Los españoles volveremos a las urnas el 10 de noviembre porque nuestros dirigentes han actuado como ‘tahúres del Misisipi’. Es una responsabilidad colectiva pero también individual de cada uno de ellos.

El presidente Pedro Sánchez no ha ofrecido desde La Moncloa en este medio año ninguna propuesta concreta y admisible por el resto de formaciones. Ha jugado con el tiempo y con las previsiones de mejorar los resultados. Desde el PP, Pablo Casado vive aún pendiente de su debilidad y ha pagado con el ‘ojo por ojo’ a un Sánchez que optó por el ‘no es no’ a la hora de votar la investidura de Mariano Rajoy. Y el que quizá ha exhibido si cabe más ruindad es un Albert Rivera (Ciudadanos) que se sacó un as de la manga a última hora sabedor de que las encuestas le son muy negativas tras permanecer tanto tiempo desaparecido. Pablo Iglesias, con Podemos ansioso por tocar poder, ha sido persistente en un egoísmo que ha dejado a su partido al borde del precipicio. Y el quinto, Vox (Santiago Abascal) el último en llegar a la mesa de juego ha exhibido una nula disposición a jugar limpio.

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