Diario de León

Editorial | Cooperación útil frente al ansia de ruptura interesada y muy utópica

"La autonomía arrastra problemas y genera desconfianzas, pero es un exceso culparla de males que son estructurales"

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La visita institucional cursada por Alfonso Fernández Mañueco a las principales administraciones leonesas facilita una radiografía de la realidad que se vive en éstas. Los mensajes de unos y otros evidencian que hay dos caminos muy contrapuestos. En el Ayuntamiento de León se insiste en desenterrar la autonomía, un asunto zanjado hace 40 años y que periódicamente resurge para exhibir la esterilidad de su debate y la tentación de buscar en terrenos cuasipopulistas unos réditos políticos probablemente basados en la irresponsabilidad.

Por contra, en la Diputación su responsable optó por realizar una radiografía seria y serena de los muy graves problemas que tiene León. Sus retos, conocidos por todos, precisan respuestas eficaces. Con fórmulas como la llegada de las compensaciones por el adiós de la minería y de las centrales térmicas. Colaboración pluriinstitucional, con la meta de trabajar con lealtad para que la provincia pueda recuperar el pulso.

Castilla y León, como ente autonómico puede ser cuestionado legítimamente, tanto en su origen como en su desarrollo. La Comunidad arrastra problemas y genera desconfianzas, pero es un exceso culparla de males que en realidad son estructurales.

Uno de los vallisoletanos más ilustres del siglo XX, Miguel Delibes, ya describía las ansias de progresar y los efectos del éxodo rural en El Camino, o la situación de la España vaciada en El disputado voto del señor Cayo . Son obras publicadas en 1950 y 1978 respectivamente. Momentos muy remotos en los que se fraguaban unas tendencias a las que nadie ha querido o podido poner freno a pesar del tiempo transcurrido.

Por ello, y frente a este fracaso colectivo, es muy importante que se apueste por esa cooperación útil y que se trabaje con herramientas y premisas apegadas a la realidad, porque hay mucho que se puede hacer aún si es el verdadero interés que guía la acción política.

Retrasos en infraestructuras, ausencia de una política industrial, las crisis de la minería o el campo no son cuestión de ciclo corto o surgidas desde una ‘mano negra’. Son consecuencias con efectos de largo recorrido para las que está claro que no valen las mismas recetas de siempre aderezadas con nuevas dosis de victimismo.

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