Diario de León

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Parece que hay momentos en los que todo se tuerce y sale mal. Temporadas en las que los factores más importantes de tú vida ( salud, trabajo, familia, amigos), se desvían del ideal. Épocas que se hacen largas y tienes ganas de abandonar.Es en esos momentos en los que mi mente me recuerda al enemigo : el alcohol. Enemigo que me quiere convencer que en algún momento me sirvió para olvidar. Poner un filtro para no pensar y creer que desaparece todo lo demás. Un «amigo « enmascarado en una falsa ilusión. Amigo de la adicción que no va a mejorar nada, sino a ponerlo todo mucho peor.

En esos momentos de bajón, intento distraerme: pasear, leer, ver la tele, hacer pasatiempos, incluso una buena conversación. Intento buscar otro medio de evasión y así poder seguir diciéndole : No al alcohol!!! Lo fácil sería caer en la tentación. Pienso y me pregunto: no quieres seguir sumando días en abstinencia de alcohol?. Soy consciente del esfuerzo realizado para llegar hasta aquí y no quiero que todo eso se derrumbe por una mala situación. Situaciones que hay que aprender a gestionar sin la presencia del alcohol. Falsa idea es la que me pasa por la cabeza queriéndome convencer de que sería sólo una copita de alcohol. Ilusión banal que no me puedo creer.

Cuando la idea pasa por mi cabeza me digo: «hoy no, mañana será un día mejor». Recordar el momento del aterrizaje en la asociación ( A. R. L. E) me ayuda para coger fuerzas. Pensar en ese lugar, esas personas, esas horas, esas charlas, hace afianzarme en la decisión y no caer en la tentación. Llegué aquí hace 11 años. Años que llevo sumando días sin alcohol. Y digo días, porque es como lo veo. A corto plazo. Día a día para poder llegar a un plazo mayor. Recuerdo aquellos días en los que me costó tomar la decisión. Era una constante incertidumbre: si/ no, si/no. Pero llegó el momento en que aquella situación no podía continuar así. Cada vez se ponía todo mucho peor.

Cualquier situación se empeora sumándole el factor alcohol. Comienzas la terapia con incertidumbre. Cuesta hacerse a un grupo donde no conoces a nadie, aunque todos tenemos algo en común; motivo por el que llegamos aquí. Con el tiempo te vas reconocido en el que está enfrente de ti. Ellos son los que mejor saben cómo te sientes.

Con el transcurso de las sesiones se va creando un vínculo especial. Cuando por mi mente pasa la idea del consumo de alcohol pienso que ellos. Me apoyo en ellos, les debo un respeto. Compañeros que continúan con la promesa que allí nos hicimos de «No más alcohol». Promesa implícita en el proceso de rehabilitación. Siento que si decaigo en ello, no sólo me fallo a mí, sino también a todos esos compañeros y profesionales que en la asociación conocí. Ellos hicieron y hacen un esfuerzo por mantener esta decisión, así que yo también debo, puedo y quiero hacerlo. Intento tomar las medidas que están a mi alcance para no caer en la tentación.

Alejarme de cualquier forma de alcohol. Y digo cualquier forma de alcohol porque no me quiero convencer de que bajo la etiqueta «sin alcohol «, puedo consumir el líquido que hay en su interior. Porque sólo yo sé cuál es la intención. Sólo yo sé de dónde viene esa idea y a dónde quiero llegar. Esa etiqueta que enmascara una realidad. Pienso que puede ser un trampolín para llegar a adquirir y consumir una bebida con una mayor graduación. No me quiero engañar y soy consciente de a dónde me puede llevar. Una decisión clara, rotunda y convincente fue la que en su día hizo que mis días fueran convirtiéndose en una nueva y mejor forma de vida. Esa misma decisión es la que debo, puedo, y quiero mantener hoy. Gracias compañeros!!

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