Diario de León

Editorial | La desescalada, un nuevo pulso entre la sanidad y la recuperación económica

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La vuelta a la actividad de una parte de los trabajadores a partir de mañana no está exenta de polémica. Para muchos (entre ellos la Junta de Castilla y León) no es aún el momento de comenzar la desescalada, ni de favorecer que el contacto entre las personas, más allá de las reforzadas medidas de seguridad que se recomiendan, provoque un repunte de los contagios de coronavirus justo ahora que comienzan a evidenciarse los primeros síntomas de que la infección remite.

El pulso entre las exigencias sanitarias y las urgencias económicas se manifiesta dos semanas después de que el Gobierno central decretase la paralización de todos los servicios que no fueran esenciales, para contener el terrible avance de la pandemia. Fue una medida polémica y las predicciones sobre sus consecuencias económicas han sido de lo más dispares, coincidiendo sobre todo en la debacle mundial que se avecina. Muchos empresarios han advertido sobre las consecuencias que para los negocios y para el empleo tendrán estas decisiones, que por otra parte han puesto en evidencia que para frenar la pandemia la única fórmula eficaz es la cuarentena social.

La principal amenaza para la economía es que los contagios repunten en unos meses. Es necesario priorizar las decisiones

Es la receta en la que insiste a diario la consejera de Sanidad de Castilla y León, que ayer criticó con dureza la decisión de levantar en parte el confinamiento. También el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, abogó por resistir en el encierro para vencer al virus.

Mañana alrededor de 12.000 trabajadores leoneses que han estado dos semanas confinados volverán al trabajo. Millones de ellos en todo el país. El Gobierno ha anunciado que repartirá mascarillas y reforzará las distancias de seguridad para evitar contagios, pero las precauciones no convencen a quienes son partidarios de seguir sacrificando durante un tiempo más una actividad económica que está claro que sufrirá un grave deterioro durante meses (en el mejor de los casos), a cambio de asegurar las únicas armas que se han mostrado eficaces para detener al Covid-19.

Cabría preguntarse si no es la misma apuesta. La principal amenaza para la recuperación económica es, precisamente, que los contagios repunten o reaparezcan dentro de unos meses, y la actividad productiva se vea doblemente dañada por la necesidad de nuevas medidas de confinamiento y un miedo que será entonces más difícil de gestionar. La elección no es fácil. Pero es necesario priorizar.

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