Editorial | Ordenación del territorio sin más dilaciones para atender a la gente

Uno de los grandes fracasos de los sucesivos gobiernos de Castilla y León ha sido la incapacidad para conseguir que sea eficaz la tan traída y llevada ordenación del territorio. Los planes se han sucedido, muchos con objetivos compartidos por todos, pero la realidad es que ha existido incapacidad manifiesta, a la que tampoco ha ayudado la habitual demagogia con la que se responde a este tipo de iniciativas, pretendiendo que las cosas se perpetúen cuando la realidad del mapa municipal nada tiene que ver con la que existía hace apenas un puñado de años.

Con el proyecto que se pone ahora sobre la mesa se pretende lo mismo de siempre, conseguir una mejor atención a la ciudadanía, una prestación de servicios que sea eficaz y que sirva para compensar los graves problemas de despoblación que se acumulan en buena parte del territorio.

Lo importante ahora es que se evite el ‘no es no’. Que exista una disponibilidad al diálogo y a la colaboración que impulse las aportaciones de todos, porque ése es sin duda el mejor camino para conseguir que las iniciativas se pulan hacia su mejor versión.

Parece evidente que las cosas han cambiado y que las instituciones están obligadas a adecuarse a las actuales necesidades. Pensar que habrá una vuelta atrás y que determinados municipios recobrarán la vida es poco más que un brindis al sol. La clave pasa en este momento por conseguir que sus vecinos, los de verdad, tengan la mejor atención para que no emigren.