Diario de León

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Amaro gritó ¡Viva Rusia! en una taberna de Camponaraya y eso fue su perdición. Amaro, aprendiz de herrero envalentonado por el alcohol, estaba rodeado de falangistas de Priaranza del Bierzo que también bebían porque celebraban que Madrid había caído. Y no era cierto.

Madrid resistía el asedio de las tropas de Franco. Era el mes de noviembre de 1936 y la guerra todavía sería larga.

Amaro se marchó para su casa, aconsejado por el tabernero. Pero los falangistas de Villalibre y Priaranza fueron a buscarle, lo sacaron de la cama, lo subieron a una camioneta y se lo llevaron. Amaro amaneció muerto en la carretera de San Andrés de Montejos. Amaro López García.

A Gabriela Hompanera, que servía en la casa de un hacendado en Páramo del Sil, le costó caro que su patrón quisiera dejarle su herencia justo el año en que comenzó la guerra. Los pescadores en río revuelto que tramitaban el traspaso de las propiedades aprovecharon el conflicto para dejarla sin parte de su dinero. Y para que no diera problemas se la quitaron de en medio. A ella y su hermano Marcelino. Y a su sobrino Eduardo. Y hubieran hecho lo mismo con su otro sobrino, el niño Antonio, si su familia no lo hubieran escondido. A los tres los mataron en la carretera de Magaz de Abajo. Y Antonio Hompanera pudo recibir una parte de la herencia cuando se hizo mayor.

Lo cuenta el investigador Santiago Macías, que tiene uno de los archivos más extensos sobre la represión franquista en el Bierzo, y son dos de las historias de terror que se esconden detrás de la placa con treinta y cinco nombres de personas asesinadas entre 1936 y 1945 que el próximo sábado recordará en la Curva de Magaz de Abajo a las víctimas de Camponaraya y a las asesinadas dentro de sus lindes. Se trata de una iniciativa de Oli Vega, vocal de la Junta Vecinal, que, más allá de la información de Macías, ha encontrado apoyo en su compañera de Podemos Lorena González, en la propia entidad local y el Ayuntamiento. Y en la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, que se ha encargado de los trámites.

A todos ellos hay que darles las gracias. Y si alguno grita ¡Viva Rusia! durante el homenaje del sábado, aplaudir por Amaro y por Gabriela y por los treinta y cinco nombres de la Curva de Magaz.

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