Diario de León

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Un estudio de la Universidad de Harvard dice que la contaminación ya mata más que el tabaco. Ocho millones de personas al año mueren antes de tiempo debido a los combustibles fósiles.

En Marruecos, veintiocho trabajadores han fallecido electrocutados en una planta textil. Trabajaban de forma clandestina en el sótano de una casa. Y me vienen a la cabeza aquellas costureras de la fábrica Triangle de Nueva York, que hace un siglo se arrojaban por las ventanas, envueltas en fuego, para huir del incendio que devoraba el edificio donde estaban ocupadas. Aquella tragedia fue un aldabonazo para mejorar la seguridad laboral

Bárcenas tira de la manta de la corrupción. Pero lo hace tan tarde que nuestra atención ya está en otros asuntos más graves y más inmediatos; la pandemia, las Ucis llenas, los bares cerrados, las carreteras vacías, los viajes suspendidos, los contactos sociales aparcados, la economía que se contrae. Y las vacunas que no llegan, convertidas en arma geopolítica.

Del pasado ha vuelto, en realidad nunca se fue, Nevenka Fernández para recordar, veinte años después y en un documental de Netflix, que fue la primera mujer que se atrevió a denunciar a un político por acoso sexual y lograr que un tribunal lo condenara. Ese fue Ismael Álvarez, el alcalde de Ponferrada que quería que lo recordaran como el hombre que retiró la montaña de carbón; aquel escombro que dejaba la quema del mineral en la térmica. Nevenka fue la víctima, pero tuvo que marcharse. Y le siguen llamando caso Nevenka, o caso Ponferrada, a lo que debería ser simplemente el caso Ismael.

En Vega de Espinareda me cuentan que los regulares de Marruecos, el mismo país donde han muerto los veintiocho trabajadores electrocutados, dibujaban barcos en las paredes del monasterio de San Andrés porque echaban de menos su casa. Habían luchado al servicio de Franco y con la guerrilla en los montes del Bierzo todavía no los habían desmovilizado.

En un futuro lejano todos seremos fósiles. Nuestras ciudades, dice el ensayista David Farrier, se comprimirán en una capa de un metro de espesor. Y me pregunto si alguna sociedad futura quemará los restos de nuestra civilización. Si seremos un buen combustible. O lo llenaremos todo de un humo muy negro.

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