Diario de León

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A la Torre de la Duda la llamaban así porque allí encerraron a una mujer acusada de adulterio. Casada sin amor. Y asesinada por su marido.

La Torre de la Duda era uno de los cuatro baluartes del Castillo de Bembibre, una fortaleza medieval arruinada por el abandono en el siglo XVII, los combates entre los soldados franceses y los ingleses en la Guerra de la Independencia, y un desgraciado accidente que en 1865 le costó la vida a un niño y terminó con la demolición de la última estructura que todavía recordaba que en la explanada del Palacio hubo una vez un recinto militar; la Torre del Homenaje.

Pero es la Torre de la Duda, el lugar de cautiverio de Doña María de Figueroa, casada a la fuerza con el quinto hijo del primer Conde de Alba de Liste, Enrique Enríquez de Guzmán, la que encierra un eco más trágico. Dice la leyenda y algún texto histórico lo respalda, que allí la encerró su marido porque dudó de su fidelidad. Y después la mató. Porque era suya.

Recuerda la desdicha de Doña María al triste destino que en la novela de Gil y Carrasco El Señor de Bembibre le reservaban al personaje de Doña Beatriz de Ossorio, obligada a desposar al siniestro Conde de Lemos.

Gil y Carrasco aún llegó a ver las ruinas del castillo de los Alba de Liste, aunque la fortaleza había sido diezmada por los soldados de Napoleón, que la reventaron cuando allí se atrincheraron, un 2 de enero de 1809, los últimos rezagados de las tropas de Sir John Moore, aliado de los españoles. Soldados, o soldadesca más bien, porque aquellos remolones se habían emborrachado en las bodegas y habían incendiado muchas casas de lo que hoy es la Villavieja. Y ebrios como estaban, la vanguardia francesa —los dragones a caballo del general Colbert— dieron cuenta de ellos. Los que se refugiaron en el castillo probaron el poder de la pólvora de Napoleón.

Hoy del castillo quedan los cimientos de algunas estancias, el arranque de un muro de la Torre del Homenaje, una ilustración de Raúl Álvarez y Manuel Olano que lo recrea, y la leyenda de una mujer asesinada. La próxima vez que paseen por la Villavieja de Bembibre y se detengan en la plaza del Palacio, acuérdese un momento de ella. Doña María de Figueroa, se llamaba, no fue un personaje de novela.

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