Diario de León

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Leo con horror que decenas de civiles en la ciudad ucraniana de Bucha han sido asesinados durante la ocupación rusa por dardos metálicos. Los forenses han descubierto que murieron abatidos por flechas diminutas incrustadas en el cuerpo. Les llaman flechettes, y Lorenzo Tondo cuenta en eldiario.es que sus orígenes se remontan a la Primera Guerra Mundial, la Gran Guerra la llamaron antes de que la Segunda Guerra Mundial la dejara pequeña, porque nunca se había visto nada igual; tanques, aviones, ametralladoras, gases, lanzallamas, y las puntas metálicas que los primeros aeroplanos arrojaban como relleno de sus bombas para diezmar a la infantería.

En el caso de Ucrania, las flechettes están incluidas en los proyectiles lanzados por la artillería rusa y una vez que explotan en el aire extienden a su alrededor una lluvia mortal de clavos que se doblan en forma de gancho al impactar contra la carne y que causan una segunda herida con las cuatro aletas que se desprenden de su parte trasera.

Me pregunto en qué cabeza surgió la idea de crear las flechettes. A qué armero se le ocurrió fabricar esos dardos siniestros en algún momento del siglo pasado. Qué ministro o qué general dio la orden de emplearlas por primera vez. Aunque no están prohibidas por la legislación internacional, su imprecisión convierte su uso en zonas habitadas por civiles y con una densidad alta de población en una violación de los derechos humanos.

Como ocurrió en Bucha.

El uso de las flechettes en Ucrania, también empleadas en Vietnam por los norteamericanos para alcanzar a los soldados del Vietcong parapetados en las selvas, es otro incumplimiento de las leyes de la guerra, dice el alcalde de Bucha, Antoli Fedoruk, y confirman en Amnistía Internacional.

Pero la palabra ley y la palabra guerra forman un oxímoron. No hay manera de que encajen en las misma frase. Porque las guerras, por mucho que Von Clausewitz las definiera en el siglo XIX como «una prolongación de la política por otros medios» —menudo eufemismo— no entienden de leyes. Son la ley del más fuerte. La imposición de la violencia. La puerta abierta a la barbarie. Y como sucede con las flechettes, nunca se sabe hasta dónde va a llegar todo el daño que hacen.

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