Diario de León

Payasos

CUARTO CRECIENTE | Los tiempos cambian y los libros descienden de piso. Pero el que no se mueve de la esquina de la calle Goya con la del general que nadie recuerda es un payaso

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El Corte Inglés de la calle Goya ya no vende libros en la planta baja del enorme edificio de fachada ciega que hace esquina con otra calle más estrecha de Madrid, dedicada a un general olvidado. Las novelas, los ensayos, los poemarios, los tebeos, los libros buenos y los menos buenos, las películas, los discos en CD y en vinilo (los que todavía se editan en la era del streaming) se encuentran ahora en la planta sótano de otro inmueble de la misma cadena situado unos metros más arriba, al otro lado del cruce con la muy castiza calle de Alcalá. 

Los tiempos cambian y los libros descienden de piso. Pero el que no se mueve de la esquina de la calle Goya con la del general que nadie recuerda es un payaso. Un señor de sesenta y cinco años, dice el cartel, que hace tonterías para despertar la risa de los niños y aflojar un poco el bolsillo de sus padres en Navidad. 

A media mañana, el payaso vestido con zapatones de plástico, la cara tiznada de blanco, peluca vistosa, nariz redonda de cereza, se baja de su atril, camina unos pasos y se toma un bocadillo en un café cercano. Rodeado de señores con abrigo y trabajadoras de un supermercado en su rato de descanso, el payaso de la calle Goya, con sus colores chillones y su nariz de goma, parece por completo fuera de lugar. 

Pienso en él mientras leo en El Mundo una entrevista con Fofito, el último de los payasos en activo de la familia Aragón, estrellas de la tele cuando solo había dos canales y España recuperaba el pulso de la democracia. Fofito, que hace unas semanas vino a Ponferrada con el pequeño circo ambulante donde alarga su carrera, también ha descendido algún peldaño, como los libros de la calle Goya, pero quiere morir en el escenario, con los zapatones puestos después de una gran ovación.

A sus setenta años, Fofito, que ha tenido problemas con la bebida y ha sufrido una depresión, no se jubila. Cuando el periodista le pregunta por Franco —al que le encantaba su espectáculo, dicen— y por «el circo que se montó con su exhumación», Fofito afirma que el dictador «sacó a España de la miseria». Y añade que el Congreso también es un circo: «los leones están fuera y los payasos dentro».

Y como no me hace ninguna gracia cierro el periódico, decepcionado, y consulto en el móvil la hora a la que ponen Joker en el cine. 

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