Diario de León

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Las palabras del responsable de la Fele en el Bierzo al analizar el futuro son bastante descriptivas de la realidad de esta tierra. Tras 14 años en el cargo asegura que sus reivindicaciones son las mismas de cada año.

Parece el eterno retorno de lo igual, que aderezado con la indolencia de los representantes políticos de esta tierra cuando se trata de reclamar a los compañeros de partido, genera ese parón que cada día se hace más atroz. Pasan los años y también los presupuestos de las administraciones sin que nadie plantee proyectos nuevos. Y lo que es peor, sin que nadie aclare la razón de ese enquistamiento de asuntos fundamentales.

El día de la marmota se ha instalado en esa vía de Feve que se ha reconvertido en agradable lugar de paseo tras un desmantelamiento que se acrecienta cada día que pasa como una amenaza real de cierre definitivo de la línea. Y esa misma marmota habita desde hace muchos años en una Ciuden que nadie es capaz de aclarar a qué se dedica desde que abandonó aquella mítica captura de CO2 que salvaría el carbón y las térmicas de las límites medioambientales.

Y la marmota donde no se podrá instalar es en la segunda fase del Hostal de San Marcos. De nuevo otro silencio clamoroso para el que resulta complicado encontrar razones. Como para esa inacción decidida de la clase política leonesa para dejar atrás la línea ferroviaria decimonónica que atraviesa la provincia, y para que la nadie ofrece una alternativa que allane el camino de verdad hacia ese polo logístico que antes se exigía casi a diario, y que ahora agoniza en un silencio llamativo.

Y marmota también vale para calificar la Ciudad del Mayor, Torneros y otros asuntos hundidos en el fondo del cajón como la posibilidad de que la provincia sea lugar de paso entre Portugal y el resto de Europa.

Y qué decir de esa Variante de Pajares donde los miles de millones se colaron en una madriguera sobre la que no terminan de aflorarse plazos reales.

O de ese Incibe que se usa como marca para cosas que pasan realmente muy lejos de la tierra que acoge una oficina y bastante poco más.

Y lo peor quizá no sea este recuento, en el que seguro que faltan cosas. El verdadero drama es esa ausencia de iniciativas. De planes de futuro.

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