Diario de León

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Aestas alturas de pandemia resulta complicado recordar cada episodio y situarlo cronológicamente. Surgen ahora informes sobre cómo y cuándo llegó el bicho, y al igual que ocurre con otros muchos asuntos, parece que no pasan la prueba de la hemeroteca. Recuerda aquella no crisis, cuando todas las entidades internacionales alertaban ya en abril de 2007 del precipicio al que nos asomábamos y la necesidad de guardar la ropa dejando lo de nadar para mejores tiempos. Luego la memoria se hizo frágil...

Un repaso a los últimos 21 meses hace aflorar todas las vergüenzas de una sociedad sectaria, seguidista, partidista, que prima intereses al beneficio social... dejando en solfa aquello de que vamos a salir todos... más unidos.... y mejores...

La ‘ayusización’ de esta crisis derivada de las elecciones autonómicas de mayo se hace evidente con la cautela con la que se plantea ahora cualquier restricción. Si aquellos comicios fueron algo así como una consulta popular sobre la actuación de las administraciones durante la pandemia, el resultado fue bastante claro. Y, por una vez, parece que los políticos tomaron buena nota y optaron por evitar las medidas que a todas luces resultaron tan ineficaces como dañinas.

Durante este más de año y medio se han sucedido las olas de covid sin que hayan tenido eficacia algunas acciones como las fronteras interterritoriales. O las batallas políticas, que ahora parecen lejanas, para imponer medidas a gobiernos locales que no las querían. La Justicia ha puesto en evidencia a casi todos, al decretar que la inmensa chapuza legal no sólo fue estéril, sino también violentadora de los derechos de los ciudadanos.

Lo curioso es que entre tantas alertas y llamadas a la prudencia —con fotos diarias ejemplarizantes de cargos públicos posando como si viviesen en otra galaxia— seguimos sin ley de pandemias y sin que nadie se plantee la reforma legal o constitucional necesaria que facilite la vacunación obligatoria ahora, o para prepararse para lo que venga. Pero en esta pandemia ya se sabe que el que contagia siempre es el otro, el que no sabe hacer las cosas. Hay quien incluso lo proclama con un ‘la cultura no contagia’ y llena el Auditorio de León al 100% mientras señala con el dedo a otros. Lo que sí parece indiscutible es que donde nadie se ha contagiado es durante el trabajo de la Mesa por León...

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