Diario de León

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Nada como ese pasaje en el que Pérez Reverte narra la llegada de las tropas españolas a las puertas de Moscú enroladas en las filas de Napoleón. Una crónica novelada que supone todo un tratado de sociología. ¡Prietas las filas! Bien podía aplicarse a esa Mesa por León en la que bien juntitos unos con otros avanzan hacia ninguna parte porque todos saben, aunque nadie quiere poner el cascabel al gato, que el desastre está garantizado y que solo queda determinar si habrá al final alguna raspa que roer y quién se la llevará a su madriguera cuentavotos.

¡Saldremos más unidos y más fuertes! Fue el eslogan del confinamiento que nunca se hizo realidad. Y que quizás serviría, si se cumpliese, para salvar más de una vida. ¡Prietas las filas! Como se ordena desde los banquillos futboleros o en las pistas de pádel gritando lo de ‘ni se te ocurra irte para atrás como un conejo’.

Prietas las filas. Todos en cada familia o en cada lugar de trabajo. Actuando con responsabilidad. De poco vale el cierre del ocio nocturno si los botellones siguen donde siempre e incluso se hacen más numerosos. O las reuniones en los pisos elevan su frecuencia y concurrencia.

En marzo los sanitarios lideraban los focos porque no les quedaba otro remedio. Pero ahora es la irresponsabilidad la que da rienda suelta al enemigo para que se propague entre nuestras filas. Sobre todo esos insolidarios que anteponen permanentemente sus deseos e intereses al bien común. Esos, que nunca han actuado prietas las filas, y ni siquiera lo pretenden. Más bien permanecen agazapados disparando desde nuestras espaldas...

Ojalá que, como cuando el petit francés arrasó estas tierras, los españoles volviesen a apretar los dientes para ponerse codo con codo, para poder salir de ésta. Fijo que como entonces los vendedores de bálsamos y de mentiras harían juegos de prestidigitación para explicarnos que no entendíamos bien a los invasores. Pero la guerra sería distinta.

Desde tiempos de Viriato quedó claro que en España no se sabe evitar las traiciones. En lo de ETA, como en tantas cosas, la solución se retrasó mucho porque cada uno fue a lo suyo. Como ahora.

Un clásico es dividir y atacar a los otros a sus espaldas. En esto del virus da para todo un tratado sobre la importancia de ponerse codo con codo.

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