Diario de León

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Se acaba agosto, aunque por lo que anticipan las previsiones el ambiente seguirá caldeado. La operación retorno se presenta como una cuesta de enero interminable a la que tendremos que hacer frente a partir de ahora. «Se acabó la era de la abundancia», ha dicho Enmanuel Marcron, presidente de la República Francesa, en una frase tan mediáticamente bien pensada que sugiere que nos enfrentamos a la peor escasez de nuestras vidas y nos induce a identificar que el exceso y el derroche son comportamientos sinónimos de algo bueno y positivo que perderemos irremediablemente para entrar en una etapa de penurias. Habrá que ver exactamente en qué se traduce ese «invierno durísimo» con el que nos pone en alerta la ministra de Defensa, Margarita Robles. El cambio trascendental de la humanidad tendrá que ser global, con un replanteamiento del sistema económico actual que muestra signos de agotamiento. El sólo hecho de escuchar polémicas inútiles sobre la consecuencias catárticas que supuestamente tendrán sobre nuestras vidas encender el aire acondicionado o la calefacción a dos o tres grados menos causa sonrojo. Hasta ahora, la humanidad ha demostrado ser aventurera, inquieta y con tanta curiosidad que ha conseguido transforma su propia existencia y la de la Tierra prácticamente en el segundo de vida que lleva en este planeta. Somos un bebé dando sus primeros pasos en una casa común que supera los 4.500 millones de años. Han tenido que darse unas coincidencias casi imposibles y extraordinarias para que el ser humano sea quien es. El Sol a la distancia justa, la Luna y su inclinación adecuada y la protección estelar que dan los planetas que son más grandes para que no nos fulminen los meteoritos y otras piedras, entre otras conjunciones, se han confabulado para que todo esta vida sea posible tal y como es. Sin embargo, esa tendencia a la soberbia y el antropocentrismo, el principal pecado capital que se quedó fuera de las siete peores pasiones del alma, puede convertir al planeta en un estercolero en el que el ser humano tenga realmente su trono de oro. La extracción energética sin límite parece que ha tocado fondo y urge un nuevo modelo que requiere una solidaridad global nunca antes vivida por la humanidad. ¿Cómo se va a conseguir ese cambio? La buena noticia es que desde hace tiempo la humanidad es consciente del problema. La primera estrategia verde planteada, lo que se conoce como green new deal, impulsada por EE UU, promueve un cambio de políticas medioambientales y financieras respetando los derechos sociales y el empleo, un crecimiento ‘verde’ que sigue basado en la explotación de otros recursos. La guerra de Ucrania nos ha colocado ante un espejo que nadie se atrevía a mirar. De lo que se haga ahora dependerán los próximos miles de años.

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