Diario de León

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Un folio en blanco es una promesa. Cientos de ideas arremolinadas, bulliciosas, compiten para ser visibles. Algunas saldrán a la luz, otras quedarán en un pensamiento pocas veces compartido. «Dad crédito a las obras y no a las palabras», dice Alonso Quijano. De palabrería está el personal sobrado. Hay auténticos profesionales de la manipulación. Y no, no es manipulación convencer con argumentos, conversar, discutir en el sentido filosófico de la palabra para intentar persuadir. Manipular es retorcer la realidad, contar intencionadamente sólo una parte de la historia, difamar, imponer el miedo y sembrar el terreno para que los demás desconfíen del adversario, apuñalar por la espalda cuando sea necesario, preparar intencionadamente el ambiente para que todas las personas que comparten un objetivo común se sientan amenazadas y sea casi imposible la comunicación y el trabajo. Manipular es negociar para imponer, no para construir. Desgraciadamente, hay que decirlo sin filtros, los manipuladores, de una manera o de otra, siempre ganan. Como el virus, dejan sus partículas ponzoñosas en el ambiente, suspendidas en el aire. Como el virus, es la única manera que tienen de sobrevivir.

Las aguas bajan revueltas. A propuesta de Vox y apoyado por el PP y Ciudadanos, el Ayuntamiento de Madrid ha aprobado retirar de las calles de la capital los nombres de Francisco Largo Caballero, presidente del Gobierno en la II República, y del ministro Indalecio Prieto, apelando al artículo 15 de la Ley de Memoria Histórica. La historia tiene muchas aristas y la manipulación de los argumentos es una herida siempre por cerrar en un capítulo de este país que merece curar definitivamente para que podamos seguir avanzando en momentos tan complicados como este. Y siempre, en este punto del pensamiento, me paro a imaginar cómo es realmente Plutón. Sí, el planeta. Porque para mí será siempre un planeta por mucho que científicos y astrónomos decidan sacarlo de la lista de los nueve grandes del sistema solar. Me gusta desde la escuela, inalcanzable e inconquistable territorio. Mucho más desde que se cuestionó el valor de este cuerpo celeste. Durante 62 años, desde su descubrimiento en 1930, nadie puso en duda su categoría hasta que decidieron por un consenso no por todos compartido que era demasiado enano. ¡Qué desacertado!

«A veces, cariño, nunca es un insulto que te llamen lo que otra persona cree es un nombre feo. Tan sólo te demuestran lo ruin que es esa persona, no te hace daño». ( Matar a un ruiseñor)

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