Diario de León

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La vuelta a la normalidad tras el parón de la pandemia del coronavirus ha reactivado las carreras populares, las solidarias y las actividades de concienciación de todo tipo que incluyen una camiseta de regalo como propaganda del acto.

Cada año, asociaciones, equipos, entidades o campañas diversas no dudan en incluir una textil de bajo coste con la inscripción al evento. Son regalos de la organización que, por lo general, se acumulan después en un cajón, acaban como trapos para limpieza y, finalmente, van a parar a la basura porque, aunque se utilicen en alguna otra ocasión, en la convocatoria del año siguiente se repite el mismo regalo.

Los residuos textiles generados por la moda rápida tienen uno de los mayores impactos ambientales sobre el planeta. El textil es el segundo sector que más agua consume y emite el 10% de las emisiones de CO2 en todo el mundo.

El Gobierno de España aprobó en marzo de 2022 el Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (Perte) de Economía Circular, destinado a acelerar la transición hacia un sistema productivo más eficiente y sostenible. En el acuerdo del Consejo de Ministros se señala que el sector textil es uno de los de mayor importancia en nuestro país y plantea retos ambientales debido al impacto que provoca su modelo de producción y consumo rápidos.

Los estudios calculan que cada persona genera en España una media de 30 kilos al año de residuos textiles, de los que sólo se reciclan un 10%, a pesar de la creciente conciencia ecológica.

Es paradójico que muchas de esas carreras y actividades solidarias que se movilizan por la salud, el cuidado del medio ambiente, por proyectos sostenibles o actividades sociales que trabajan con la concienciación del cuidado medioambiental, mantengan entre sus costumbres el obsequio de un textil.

La inercia arrastra una tradición por la que las miles de personas que participan en esos eventos se llevan cada año a sus casas unas camisetas del mismo color ofrecidas en el encuentro anterior y que acaban amontonadas en un cajón (esta costumbre de comprar y acumular merece un análisis aparte) o en el contenedor de la basura.

Es el momento de buscar otras fórmulas, dejar de regalar, confeccionar y acumular camisetas poco útiles, facilitar el reciclaje con el aprovechamiento de la prenda de años anteriores, vender solo a los participantes que necesiten reponer alguna prenda desgastada y reducir poco a poco esta especie de trofeo nada sostenible para que las entidades y asociaciones destinen el presupuesto que gastan en este concepto, por muy bajo que sea, a los proyectos para los que trabajan. Y los patrocinadores que piensen en otras fórmulas más amigables con el medio ambiente para hacer visibles sus colaboraciones.

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