Diario de León

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Las pandemias ya no son lo que eran hasta hace apenas 40 años. Los especialistas que han participado en la XXXIX edición del Congreso Anual de la Sociedad Española de Epidemiología celebrada en la Universidad de León lo han dicho alto y claro. España tiene un alto nivel científico, estudios de calidad, datos estadísticos relevantes, dedicación, iniciativa, pero faltan herramientas digitales, cohesión para poner en común el conocimiento y, muy importante, sobra desinformación. «Sabemos mucho, pero nos hacen poco caso», podría ser la frase que, aunque no es textual, resume el mensaje lanzado en este congreso en el que hubo más advertencias importantes. Una de las más relevantes es la constatación del retraso del sistema sanitario público en actualización tecnológica digital, una de las herramientas científicas en la que se sustenta todo el desarrollo científico y económico. La sanidad pública, como la educación y los servicios sociales en España, está aún en una fase de desarrollo limitado y los mensajes de orgullo deberían quedar focalizados en el trabajo y la dedicación del equipo humano. Un sistema sanitario público sólido debe fiar sus fortalezas a la ciencia, a la tecnología y a la distribución equitativa de los recursos humanos. Y, muy importante, buscar la participación ciudadana. Sólo si la ciudadanía internaliza su papel comunitario se lograrán mejores resultados que mejoren la calidad de vida del conjunto de la sociedad. Pero las pandemias no sólo encuentran oponentes fuertes, también consiguen aliados que las fortalecen. Los negacionistas de hace siglos amedrentaban a la ciudadanía con temores de plagas divinas, castigos sobrenaturales y sortilegios. Hoy en día, las redes sociales se encargan de difundir mensajes no contrastados que calan en una población cada vez más saturada de contenidos pero menos informada. Uno de cada tres artículos difundidos durante esta pandemia son noticias científicas contrastadas. El resto, corresponden a opiniones, mentiras y discursos políticos que alimentan las teorías conspiratorias. La psicóloga experta en comunicación, Bárbara Oliván, destacó que las personas que reciben contenidos a través de los medios tradicionales están mejor informadas. Un estudio realizado por IS Global analizó cien contenidos falsos detectados en las redes sociales y demostró que se compartieron 1,7 millones de veces y se visualizaron 116 millones durante un periodo de 22 días, hasta que desaparecieron. La magnitud de una pandemia se mide ahora no sólo por la capacidad de transmisión del virus, sino también por la velocidad de expansión del bulo. Los lectores no ven, porque no es su cometido, la cantidad de tiempo y energía que los periodistas dedicamos a comprobar y descartar bulos que, sin embargo, arraigan como verdades a velocidad de vértigo en los sustratos sociales más descontentos.

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