Diario de León

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Basta que se paralice el mundo entero para que salgan los impertérritos a defendernos de las inquietudes que reinan durante el caos. En este caso, los impávidos pertenecen a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Hasta este domingo, 3.499 miembros habían dado positivo, la mayoría de ellos pertenecientes a la Benemérita (1.526), seguidos de Policía Local (832) y Nacional (817). Los fallecidos, con la muerte del cabo mayor Francisco Castro anteayer en Ciudad Real, ascienden a ocho en la Guardia Civil, cuatro policías nacionales, un policía local y un mosso d’esquadra. La pólvora y el tronar de los cañones se abrazarán para despedir a estos héroes que sin duda merecen todo el reconocimiento y el respeto de la sociedad, porque cantar «muriendo vivimos vida más clara y mejor» desgarra las cuerdas vocales y el alma.

Ante tal estremecedor sonido, pruebe a preguntarles por la calle, aquí en León, a los agentes. «¿Pero usted no tiene miedo?». La respuesta será negativa. Dicen que no se le puede tener miedo. Tan sólo un poco de incertidumbre de no saber lo que va a pasar ni cuando terminará todo. Y respeto. Muchísimo respeto, porque «sin respeto no se va a superar y hay que transmitírselo al ciudadano». El mérito no es sino colosal, cuando el nivel de compromiso es equiparable al de la humildad que demuestran día y noche. «Son unos valientes», grita uno a las ocho desde el balcón. «Valiente no hay nadie, señor», le contestan. Porque su espíritu y su vocación les encomienda que es momento de «hacer lo que haga falta». Hasta confiesan que los compañeros que han superado el virus, al día siguiente de recibir el alta están de nuevo en sus puestos, donde la rutina ha dejado de serlo.

La Policía Local ahora hace rondas en «grupos estanco», equipos cerrados de dos personas, que siempre son las mismas para evitar contagios masivos. La Guardia Civil ha visto cómo aumentaban los efectivos destinados a patrullar para intentar abarcar todas las zonas de la demarcación. Todo el corazón puesto en servir, proteger, extremar las precauciones y conseguir cumplir con el estado de alarma. Lo que no quita para que pilles a un fanático de El Empalme que estaba aprovechando para ir a por setas, ni que dos escopeteros se vean en su derecho de ir a cazar y darse a la fuga para acabar multados y embarrados, o que dos niñatos rulen con el coche haciendo trompos por las lomas. Tampoco quita para que haya graves confusiones que difuminen la imagen de los cuerpos, o que el Gobierno peque de depravado con sus delirios de censura, ni es culpa de José Manuel Santiago verse obligado a «minimizar ese clima contrario a la gestión de la crisis».

Nada podrá nadie rebatir jamás a quiénes, alejados de los focos y las portadas, velan por mantenernos a salvo y, desde el 15-M, combaten esta crisis.

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