Diario de León

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Menuda calamidad de país. No hay por dónde agarrar a esta España. Uno no puede viajar a Andalucía a ver a su familia en Semana Santa, pero los alemanes pueden plantarse en Formentera para beberse hasta las copas de los árboles... Encerramos a los españoles en sus autonomías y abrimos a los europeos las fronteras para que se pongan las botas como en un bufé libre. Normal que luego esta fama, bien bregada, de estar en el pódium mundial del consumo de prostitución alimente la imaginación de los creadores más ambiciosos del momento para lanzar super series en Netflix. Pero esta España en un ‘Sky Rojo’ se ahoga en su propia mierda. Y de esa grosera montaña de porquería se desprende un tufo asqueroso a mediocridad. Una mediocridad liderada por los políticos y anunciada por la inmensa mayoría de los medios de comunicación. No hay por donde agarrar el periodismo. Y en León, ni te cuento.

Porque parece que a muchos cazurros que se dedican a este precioso oficio les han extirpado el olfato informativo en una operación de lavado de imagen sin precedentes. La cuñada a la que no aguanta ni dios —y a la que nadie se enfrenta para no tener jaleos en casa— se ha encargado de arrancarles la pituitaria para pasar por alto hechos que levantarían la inquietud de cualquier profesional. Y en vez de ponerse a trabajar, a investigar, y a indagar, optan por vivir del cuñadismo y del esfuerzo de los demás, elevando lo mediocre al máximo exponente y profanando la obligación ética de contrastar. En este punto exacto del trayecto va muriendo, poco a poco, el deber que tienen de buscar la verdad o información veraz para ofrecérsela al lector, al oyente, al espectador. Porque es muy fácil seguir la agenda política, deportiva, cultural y social y hacerse eco de lo políticamente correcto: copiar y pegar notas de prensa es algo demasiado extendido en esta era digital en muchas redacciones leonesas. De hecho es algo que atrofia la mente y genera desidia en los trabajadores. Sin embargo el periodismo de verdad está en los temas propios que, después de un minucioso proceso de elaboración y corroboración, aportan algo trascendental a la vida de las personas, ya sea a nivel local, autonómico o nacional.

Por eso siempre elegí el Diario de León. Porque en este periódico no hay otra forma de hacer las cosas que no sea la correcta. Porque la profesionalidad de lo que se publica supera con creces las circunstancias personales de quienes escriben. Porque son 115 años al pie del cañón. Porque la seriedad es primordial para afrontar cualquier tema y a pesar de la agenda mediática los premios se quedan en casa porque hay periodistas brillantes que sacan de su tiempo y perseverancia historias magníficas que huyen, precisamente, de la mediocridad.

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