Diario de León

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La ventisca no titubeaba y pensaba azotar con la fuerza de los gigantes a todo aquel que tuviera el valor suficiente para intentar conquistar esa cima. Arreciaba el viento como ahora lo hace Gloria, sin escrúpulos, levantando el rugido agudo de los robles que se tambalearon como si no tuvieran raíces. Tan sólo el sonido de la vida del reguero que atravesaba ese camino, desmembrado y lleno de piedras y barro, podía calmar el pulso de los insensatos que abandonaban en mitad de la noche las lumbres en Nocedo de Gordón. Su único objetivo era coronar el pico para intentar hacer frente y a la vez refugiarse de la maquinaria despiadada que iba a asediar el país y ya había tomado La Robla. La montaña leonesa se convertía así en guarida, la supervivencia a la Guerra Civil en hazaña. Es tan injusto el frío que tuvieron que pasar como el engendro que nació del conflicto y que, además de las víctimas mortales, dejó millares de damnificados de norte a sur.

Las incautaciones que se llevaron a cabo durante el expolio franquista nunca se llegarán a subsanar. Tampoco la mayor pérdida, que ahora descansa en cunetas, o en cementerios. La ideología fue otra víctima, aunque antes de morir del todo dio luz al miedo. Otros perjuicios fueron las propiedades de quienes el enano señalaba con la punta del dedo y su rebaño con la del revólver. Y por último, la ciudadanía que se vio igualmente obligada a dar dinero al régimen por el mero hecho de haberse obtenido del bando perdedor. Sí, ahora vienen Sánchez e Iglesias a intentar revertir la situación y a devolver tanto bienes inmuebles como cuantías económicas a sus legítimos dueños. Como si fuera fácil. Se intentó ya en el 1986. Sólo se consiguió con el PSOE —por qué será, Rudy—. Entre tanto, el Partido Comunista, Izquierda Republicana o la Confederación Nacional de Trabajadores quedaron con la miel en los labios. Nada les fue reconocido jamás, a pesar de que probablemente en conjunto se vieran mucho más perjudicados que los socialistas. A UGT sí que después, ya en los 90, les dieron algo... Cinco de treinta y dos. Ahora a la ciudadanía, a la cual le fue estafada, según el valor actual del euro, más de tres billones. Bárbaro el robo a una España austera y venida abajo.

Es hasta promiscuo que la justicia sea una palabra con tan poco sentido. Es deleznable que la clase política se autoproclame justiciera a raíz del título del apartado de un pacto, Recuperación de nuestra memoria democrática, provocando la ilusión de muchos pero sin tener ni idea de cómo elaborar una lista fidedigna de lo que hay, lo que se puede y lo que no se puede devolver. Recuperación, ¿de qué?. Es sepulcral cómo han de ver, aguardar y escuchar el frío en la trinchera silenciosa del Fontañán todos los que sufrieron y siguen sufriendo.

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