Diario de León

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Hasta el casco histórico, que en cualquier urbe española es el niño mimado de sus respectivos ayuntamientos, hasta el Barrio Húmedo, que luce en los telediarios nacionales cada Jueves Santo del año —cortesía de Genaro—, tiene sus exigencias para el equipo de Gobierno de José Antonio Diez. El reportaje que mi compañero Sergio C. Anuncibay ha estado currándose durante días y publicó ayer no hace más que ilustrar grosso modo la decadencia que reina, en general, en León. Fueron dos páginas pero podrían ser dieciocho. La penosa iluminación que deja a oscuras a una ciudad entera parece casi una metáfora de lo que de verdad se vive en las calles... Negocios de toda la vida que bajan la trapa, calles en pésimo estado, zonas donde la inseguridad y la delincuencia atemorizan a los vecinos, edificios que se caen o puentes destrozados que reciben a peregrinos de todo el mundo son ejemplos del declive. No es culpa del actual alcalde ni de sus concejales, pero sí su responsabilidad. Armunia lidera esta blacklist, Puente Castro continúa, El Crucero, tercero, Barrio Húmedo se suma; y con certeza que El Ejido, La Asunción y Pinilla también serían parte de lo que han llamado «zonas críticas», cada distrito con su recopilación bíblica de prioridades a resolver y causas de mortandad productiva. Siendo poco, mi compañera Ana Gaitero, bien reconocida por su compromiso ético con la profesión, sacó ayer otro reportajazo en alusión a una «ciudad menguante al borde del colapso». Conviene recomendar a todo lector que revise este artículo basado en el trabajo de un geógrafo leonés: Sergio Tomé. Éste presentó en Valencia un estudio que muestra «la pérdida de vitalidad», «la magnitud del retroceso» o «la degradación» de León, que «ha alcanzado dimensiones críticas». Alumbra un matiz empírico al cataclismo de la provincia en los últimos veinte años hasta dejar en evidencia los planes estratégicos que sucesivamente han propuesto y aprobado las distintas corporaciones municipales. La Detroit española, dice, porque esta población se hunde en igualdad proporcional a la estadounidense, calificada como la pesadilla americana.

El periodismo se basa en ayudar a los ciudadanos a ejercer su derecho a la información y lograr así que las personas estén mejor formadas y tengan un mayor criterio para ampliar sus posibilidades en la vida. Puede que el trabajo de mis dos compañeros no sea novedoso, todos sabemos lo que hay aquí. Pero si yo fuera político me hubiera dado vergüenza leerlos y, con toda mi cazurrería, que no es propagandística —los cojones que no pesan a los leones del puente— ni abandera el leonesismo, me hubiera puesto a trabajar como un cosaco para revertir la situación. Porque, aunque desde hace décadas León haya apagado la luz a sus barrios, a sus gentes, nunca es tarde para cambiar las cosas.

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