Diario de León

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Si tienes la suerte de ser Esperma Real y ganar la carrera de la vida, al llegar a la década de los cuarenta viene tu compadre de Arabia Saudí y te regala un yate. Es la fortuna que acompaña en este país a su monarquía, que gracias al emérito Juan Carlos, permanece más que nunca en la encrucijada mediática del escándalo. Mucho le debe el ex rey a su amigo Adolfo Suárez. Este explicó a Victoria Prego —sin querer y a ‘micro cerrado’— en 1995 cómo había legitimado a la corona: «Me pedían un referéndum Monarquía o República. Hacía encuestas y perdíamos. Entonces yo metí la palabra ‘Rey’ y ‘Monarquía’ en la Ley para la Reforma Política, y así dije que ya había sido sometido a referéndum». Parece fácil, ¿no? Así que en España esta familia se diferencia del resto porque al señor Suárez se le puso en la punta del bolígrafo. Dos vocablos y, ale, larga vida.

Todo iba viento en popa a toda vela —con 42 metros de eslora, cómo no— y su majestad, que siempre ha sido muy tradicional, tanto para alternar como para los negocios, fue obsequiado, de nuevo por sus amigotes sauditas, con unos 80 millones de euros en 2008. Ay, cuánta suerte tienen algunos... Entre tanto billete arrancaba el Ave a La Meca, cuya construcción se adjudicó a doce empresas nacionales. Un derroche inversor del que se lucró el Juanqui y que, si lo piensan, podría haber compartido el pastel con los leoneses y haber agilizado el lento y tedioso tema del AVE, que ya se sabe que aquí tan pronto te dicen que te traen un convoy como te pasan a la Segunda B del low cost. Total, que a parte de ricachón de nacimiento también ha sido inimputable, a pesar de sus turbulentos brujuleos económicos. La diferencia es que tras dejar de ser jefe de estado la Fiscalía puede ahondar en sus asuntos —en el Supremo sigue siendo intocable así que es el alto tribunal el que investigará— para comprobar si el Borbón cometió delito alguno y procesarle. Porque puede haber responsabilidad penal. ¿Se imaginan a un antiguo monarca en la trena? Igual le dejan construirse una propia como a Escobar. Pero eso ya depende de la bravura del fiscal Juan Ignacio Campos y sus tres ayudantes.

Juntos deberán analizar las pruebas y decidir. Un verbo que es muy sencillo predicar pero más complejo de ejecutar. Un verbo que Suárez se atrevió a abanderar en nombre de 36 millones de habitantes que ni siquiera pudieron pronunciarlo. Aquello fue una atropello que podría enmendarse con el actual Gobierno y un nuevo referéndum. También podría modernizarse la ley y equiparar, acercar la realeza al ciudadano de a pie. ¿O a caso Leonor y Sofía no podrían vivir en un duplex de un barrio madrileño? Porque en esos barrios hay delincuentes que sí pagan por sus actos, y si el romano Juan Carlos I fue un corrupto debería pagar por ello como lo haría cualquier otra persona.

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