Diario de León

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Qué tristeza. La deriva política de nuestro país se perpetúa a costa del hartazgo de la gente, que hasta es capaz de votar en contra de su propia ideología con la esperanza de que algo va a cambiar. Tanta campaña exprés, tanto ruido, tanto debate y tanto politicucho para llegar al mismo fango en el que nos encontramos el 29 de abril. Sólo se contemplan dos hechos noticiables de una misma historia en distinto lugar. Porque hoy España es más conservadora, y porque ayer un político marcó la diferencia al ser capaz de abandonar su trono a consecuencia de unos resultados políticos lamentables. Parece y todo que se ha hecho justicia: la incapacidad de Sánchez y las oscuras ambiciones de Iglesias por un lado, y por otro, el precio de ser un veleta irrepetible. Valiente mandanga, si el Fary se levantase...  

Honestamente, yo no quiero volver a votar. Es más fácil una única negociación que un pacto entre nueve partidos cuyos colores van del amarillo fosforito al morado más tenue. Tanta movilización, tanto tonto suelto diciendo a quién votar, tanto diálogo y tanto politicucho para, ¿volver al bipartidismo? Habrá, entonces, que volver a votar. Lo curioso es que, de los sucesos estrafalarios que acompañan a una cita electoral, el domingo a eso de las cinco y media de la tarde encontré a quién va a ser, desde este momento, mi representante. No es el anciano de 70 años que se presentó en el colegio electoral de El Pobleu del Delta, en Amposta, con un revólver sin número de serie en un bolsillo y en el otro, la navaja; con no se sabe qué intenciones y para ser interceptado por un policía local al que después felicitó. No hombre no. Mi representante es un jornalero de 38 años que se disfrazó de oso para protestar porque le tocó ser presidente de una mesa en Ciudad de Osma, Soria. José Luis Lamela tuvo la sensatez de manifestar su oposición al sistema de forma cívica, con la garantía de no acabar en el calabozo. Y la coherencia de expresar que, el propio hecho de establecer la obligatoriedad en los requerimientos de la Junta Electoral Central pone en entredicho que esto sea una democracia. Y para engrandecer a un icono, auguro próximo animal político tras el hostiazo de Alberto, concluyó su discurso argumentando que su ideología «no concuerda con los modelos autoritarios». «Creo que la democracia debe ser asamblearia y del pueblo, y cuando eliges cada cuatro años nadie decide nada». Sublime. A José Luis le canto yo el ‘a por ellos, oé’ mejor que el domingo los voxtantes de Abascal. Por su autenticidad, por su ingenio y por sus pensamientos, que me gustan mucho más que los de cualquier representante. Y, si por un casual no fundara el partido Los Osos Jornaleros Existen, se me complicaría bastante la asistencia a las urnas. Aunque ahora que lo pienso... ¿Pocholo sigue vivo?

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