Diario de León

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El sentido de las restricciones que impone la Junta es como la eficacia del Gobierno en la gestión de la pandemia: inexistente. Como una veleta rota que se está volviendo loca de tanto girar en balde.

Si hay algo que ha aportado fortaleza a la ciudadanía durante esta pesadilla infinita, ha sido la posibilidad de hacer ejercicio físico. El otro día salieron decenas de leoneses a reivindicar —al igual que hicieran anteriormente hosteleros, comerciantes y todos los autónomos que observan perplejos la distancia irreparable de ese abismo que tienen junto al borde del precipicio— la reapertura de los gimnasios y centros deportivos. Igual es que Mañueco no ha salido a correr en su vida —debe ser complicado ir todo el día en traje—. Y mucho menos, Francisco Igea. Verónica Casado puede que practique pilates. Pero aunque fueran los más deportistas del mundo, seguro que ampliaban a su antojo las medidas anticovid con el mismo acierto que esta que nos ocupa. Según las cifras oficiales, los brotes de contagios asociados a la actividad deportiva suponen el 0,28 por ciento del total de España, y los positivos son el 0,22 por ciento del total nacional. Una cifra escandalosamente minúscula como para decidir clausurar la mayoría de instalaciones deportivas de una región. Y dejar con el culo al aire tanto a los propietarios de negocios como a todos los trabajadores de un sector vital para la sociedad. Sin olvidarnos de los usuarios, que no son pocos. Por poner un ejemplo, las chicas de gimnasia rítmica de la provincia que están ahora mismo compitiendo en el Nacional en Valencia. Se las han tenido que ingeniar para poder llegar dignamente preparadas a un evento que llevan esperando desde 2019, porque con la imposibilidad de utilizar polideportivos es muy complicado encontrar un espacio adecuado —40 metros cuadrados de tapiz y techos altos para lanzar los aparatos—. Esto, por hablar de un deporte minoritario. El resto de ejemplos los estará pensando usted mientras lee.

Simultáneamente, en cualquier ciudad de la Comunidad, quince jóvenes comparten espacio cerrado en una academia, las señoras soban hasta la saciedad, una detrás de otra, los bolsos de las tiendas de moda, y en el bus de las 14.15 no cabe ni un alfiler y nadie limpia absolutamente nada. ¿Será hipocresía o ineptitud? ¿O las dos a la vez? Sin encontrar una explicación válida a esta disparatada medida, por desproporcionada, sólo queda esperar al viernes, cuando se cumple el plazo. Mens sana in corpore sano, y deporte, mucho deporte, no tanto como hábito saludable sino como una forma de lograr el objetivo común de combatir el coronavirus y prepararse para lo que depara el incierto 2021. Porque si las personas están fuertes físicamente, mentalmente serán indestructibles. Acuérdense, señores de Castilla y León.

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