Diario de León

Creado:

Actualizado:

Ayer comenzaron a desenterrar a los asesinados de la fosa de Villadangos. Setenta hombres y una mujer que fueron presa del odio y la sinrazón y cuya exhumación es posible a pesar del intento del popular Alberto González — ¿a él no le abren expediente?— por impedirlo sirviéndose de toda clase de falsedades. No sé cómo se atreve a caminar por la calle o a —¿será católico?— a entrar en una iglesia. Cuenta un vecino de la localidad, que la madre de su mujer, Rosalía Pérez Cabero, iba junto a su padre siendo una niña para recoger los cadáveres y trasladarlos en un carro. Así de descarnado y de triste es el relato de lo que ocurrió, de lo que sigue pasando cuando creíamos que estábamos a punto de lograr que la guerra sólo fuera cosa de avatares y metaversos, que en realidad ya nada hacía presagiar que este continente volvería a temblar bajo las bombas y a cubrirse de cuerpos despedazados.

La primera guerra que vi en directo fue la de los Balcanes. Cientos de miles de mujeres y niños huían de un genocidio cuyas dimensiones no se conocieron hasta el final de la guerra. Luego tuve la oportunidad de conocer a varios bosnios refugiados que me hablaron de cómo violaban a las niñas delante de sus madres, las mataban y las prendían fuego. Nunca olvidaré el testimonio de una de ellas.

Luego llegaron los desplazados sirios, y descubrimos que había países a los que Europa pagaba para que hicieran de carceleros de la desesperación. Y así, llegamos a este momento, para descubrir que la guerra sigue ocurriendo, que, a pesar de que pensemos que el continente está libre del holocausto y la depredación del hombre por el hombre, ninguno de nosotros es inmaculado. Hace un año se nos cortaba la respiración al contemplar la ficción que HBO hacía del drama de Chernóbil, ayer las tropas rusas lo tomaban de nuevo y Borrell decía que era el peor escenario desde la Segunda Guerra Mundial. Han pasado noventa años desde que se llenaron las fosas de Villadangos y ahora habrá más niños que, como Rosalía, saldrá de madrugada a buscar entre los muertos.

tracking