Diario de León

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No creo que sea un error decir que ya sabíamos que con la ley del solo sí es sí iba a ocurrir precisamente esto, pero no por la razón que en los últimos días se escucha a los expertos. Todo se explica por la ideología, que marca el camino a seguir hasta el punto que podríamos augurar todas las leyes de los podemitas antes de que las perpetraran. Que ya avisaron, que si Carmen Calvo, que si Juan Carlos Campo, que tal, que si ahora llega el Supremo y ... que no, que todo se traduce de manera sencilla si atendemos a los fundamentos del espíritu con el que se fragua un grupo político ‘luminoso’ para el que el principio del Estado como garante de los derechos individuales no es más que burguesía infecta para clases acomodadas. Ahí está su defensa de los okupas, su desprecio a la iniciativa privada y al valor del ciudadano sobre el poder de la masa necia y colosal que siempre está guiada por una vanguardia de esnobs victimistas cuya única epistemología es la superioridad moral.

Así que, por encima de los derechos de las mujeres (sobre todo por encima de los derechos de las mujeres) este grupo de  parvenues  de la moral coloca siempre los de los mártires de la sociedad, que son por lo general los violadores, asesinos y demás ralea a los que la gente biempensante ha tratado muy mal. Todos ellos tienen derecho a reintegrarse aunque en la mayoría de las ocasiones no puedan reinsertarse.

Pero sacar al lobo de las calles lleva un coste en vidas que pagan los niños violados y asesinados, las mujeres violadas y asesinadas por los—para ellos— verdaderos damnificados de la sociedad y el Estado opresor.

Hay un viejo paradigma que se ha demostrado caduco —el de la izquierda que, como en la obra de Stieg Larsson, no ama a las mujeres— y todas las leyes mal llamadas de género deberían ser defenestradas en el baúl de las ideologías superadas. Aún estamos a tiempo de hacerlo con la Ley Trans, por ejemplo, la que nos borra de la historia, de la cultura, de la humanidad, en suma, por un grupo de  hooligans  peligrosos.

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