Diario de León

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La gente de León sabe quién es Carmenchu. No hace falta quitarle el sufijo ni ponerle el apellido. La gente mayor de León sabemos quién eres, igual que nos acordamos de un Léon que ya no existe. Carmenchu Eguiagaray ha muerto, passed away que diría un inglés, aunque cada vez estoy más convencida de que llega una edad en la que los que se van no pasan al más allá sino que se quedan cerquita, como esa infancia que regresa en oleadas de melancolía, en una marea que sube cada vez más hasta que el recuerdo es tan abrumador que ya nunca volvemos a la seguridad de la arena. Todos los fantasmas nos visitan y se vuelven presencias ciertas y corporeas, como si nos hablaran, como si nos miraran.

Recuerdo el jardín de una casa en Ordoño, a Emma y Santiago, recuerdo un salón con chimenea en Madrid, y la recuerdo a ella, una señora de ojos rubios, tan elegante y sobria, con la clase de los que no necesitan nada, ni llamar la atención, ni romper la calma, ni tratar de ser siquiera quienes saben que son, que están en la vida para despreciar todo lo que lo exigen los que hacen ruido paara silenciar su mutismo interior. Carmenchu era Carmen Eguiagaray Fontana, hija de Santiago Eguiagaray Pallarés, un nombre que a algunos aún les suena pero que es un desconocido para los leoneses de hoy.

El miércoles, mientras leía la prueba de una esquela en el periódico, me asaltó tu nombre, un nombre que siempre asocié al bullicio de la plaza del Conde del valle Suchil, al recoleto colegio en Somosaguas, a las visitas al cub de campo, sólo que ahora estaba unido al humilde silencio de la brevedad del adiós, al austero trazo de la tinta y el papel, tan breve e intenso como la conmoción que me causó. Hacía tiempo que no doblaba esa esquina y me encontraba contigo. Mi infancia son recuerdos, cada vez más cercanos y familiares, como si todo lo que estuviera por llegar no importara ya demasiado. Todos pensamos en el papel que guardaremos en el gabán. A veces son imágenes, a veces sonidos y, en ocasiones, un nombre que nos lleva de nuevo a la playa.

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