Diario de León

Creado:

Actualizado:

Ahora, todavía, somos nosotros. Todavía nos reconocemos en el espejo. Ahora aún somos los que somos, los que podríamos dejar de ser dentro de un momento. Ahora, todavía, la transformación no ha hecho que nos preguntemos por qué antes éramos y ahora ya, no tanto. El cambio de caparazón se produce poco a poco o de repente. De repente, quienes sostenían una familia ya no son capaces de hacerlo. Poco a poco, el futuro que comienza a mutar nos susurra que nuestra apariencia sólo es eso, que la identidad podría dejarnos, que yo no soy más que la música con la que me aguarda el azar.

«Al despertar Gregorio Samsa una mañana de sueño intranquilo, se encontró en la cama convertido en un monstruoso insecto». Antes o después, la mayoría tendremos que enfrentarnos a la mirada inhóspita por un rostro que antes nos definía y que ahora se vuelve viscoso. ¿Somos o todo es una mera creencia? ¿por qué no encontramos a quiénes éramos hasta hace un momento? ¿por qué los demás ya no son capaces de mirarnos? ¿por qué razón ya no les conocemos?

La plaga no sólo se comía los pastos, los cultivos y dejaba el mundo desierto. La plaga no sólo es una maldición que nos llega de tierras desconocidas. La plaga, la de verdad, aguarda latente, casi invisible, silenciosa hasta que encuentra la manera de salir y hacerse dueña de nuestro destino.

Y todo porque la identidad es una fábula, un color que inventamos al avanzar, barnices con los que evitamos pensar en quién somos en realidad, en quiénes seríamos si, como parece que está a punto de suceder, nos salen antenas y nos encierran en el olvido.

Ya está pasando. El Covid ya ha comenzado a borrar las caretas tras las que nos ha escondido la tranquilidad de la opulencia. Nosotros mismos, vosotros, comenzaréis a revelaros a partir de ahora, cuando Gregorio ya no pueda manteneros, cuando le encerréis en una habitación y tratéis de ignorar que vuestro deseo es dejar morir al monstruo que antes os daba de comer.

tracking