Diario de León

Faceless

EL BAILE DEL AHORCADO | Todo vale lo mismo, cualquier tuit, cualquier campaña de likes, cualquier chanza, insulto o mentira viral se cree en igualdad de condiciones para hablarte de tú a tú en este ágora infernal que nos encierra en servidores gestionados por multinacionales

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He huido de las redes sociales. Para la mayoría de cuantos las habitan no son más que una manera de esconder una vida macilenta a través de la ficción de imágenes que caducan al segundo de hacerse, de pensamientos tan vacuos como ellos mismos. No me interesa. No me interesa ni la presunción, ni la vanidad, ni el esfuerzo por ser quienes no somos, ni la cultura de la felicidad impostada. No me gusta la vida vicaria, ni la falsa amistad, ni los grupos que adulan o lapidan según la dirección del viento. Decidí retirarme definitivamente después de ver un video en el que el actor Sacha Baron Cohen decía que de haber existido en los años 30, Facebook habría permitido a los nazis publicar anuncios contra los judíos. Lamentablemente, es cierto. Las redes propagan la peste y su vacuna por igual. No existe un principio de autoridad que gestione, que modere el debate. Es como una gran sima que engulle todos los discursos sin discriminar. En el caos que desprende este gran satán al que vendemos el alma a cambio de la narcotización que nos hace olvidar la vida no hay más que publicidad y propaganda. Nada ha cambiado. Sólo el medio. Pero este medio ha secuestrado la libertad con un algoritmo que decide qué podemos saber y qué realidades deben hurtarse. 

No hay esfuerzo intelectual que posibilite la crítica en medio de un magma tan espeso. Todo vale lo mismo, cualquier tuit, cualquier campaña de likes, cualquier chanza, insulto o mentira viral se cree en igualdad de condiciones para hablarte de tú a tú en este ágora infernal que nos encierra en servidores gestionados por multinacionales. 

No quedan inocentes. Menos aún todos los que hablan de la libertad de la economía digital. Una gran inteligencia movida por intereses económicos psicoanaliza nuestros datos para saber cómo manipular la decisión que aún no hemos tomado. Es el laberinto del minotauro, una ficción que no es difícil traspasar. Sólo hay que tomar la decisión de regresar a la vida real y salir de la madriguera del conejo. 

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