Diario de León

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Llega un día en el que la muerte deja de ser una pesadilla infantil y se convierte en una presencia incesante, como un guardaespaldas que acecha para recordarte que todos añoramos légamo, que  que yo esté junto a ti  es lo único que permite que la clave de la música de la eternidad nos estimule a seguir viviendo. La muerte es la escala con la que nos construimos, con la que ponderamos qué queremos ser en este breve espacio de tiempo en el que nos creemos inmortales. Se te acerca poco a poco, cada vez más cerca y llega un momento en el que la aceptamos con calma. Algunos lo hacen con resignación y otros abrazan el misterio y la miran de frente con curiosidad. Pero la tristeza, ese vértigo que nos hace pensar en el regreso a un océano de ausencias, nunca nos abandona. A veces nos aprieta un poco más, como el viernes pasado. Se murió Juan Palacios. Usamos el reflexivo como si fuera uno mismo el que decidiera que a partir de ahora, nada, que desaparecer es una potestad de la voluntad.

Juan murió el viernes y nada volverá a ser como antes, aunque haya un rincón en el que ese antes siempre se repetirá. Es una Navidad. En realidad, muchas navidades que se doblan, una encima de otra, hasta convertirse en un pliegue infinito del tiempo.

Juan fue, durante medio siglo, el mejor abogado de León, pero eso es decir nada, porque Juan ha sido uno de los pocos grandes que nunca se definieron por la ocupación que tenía para vivir sino por o que le gustaban. Y lo que siempre le gustó a Juan fue ser el mejor amigo. Juan fue el mejor padre, el mejor hermano y el mejor hijo y lo fue como si nada, porque a Juan le gustaba que nada se notara, ni siquiera su bondad, una inteligencia moral tan asombrosa e insólita que parecía imposible. A Juan le gustaba escalar a esos riscos de Picos que hacía tiempo que no le hacían sombra. A Juan le gustaba, sobre todo, ser de verdad, ser de verdad quien era y por eso nunca se dejó atropellar por los aires cambiantes del mundo y se mantuvo firme, como la montaña a la que ahora ha vuelto para siempre.

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