Diario de León

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Han puesto a Ignacio Fernández al frente de la gestora de CC OO de León para que lleve con manu militari el sindicato hasta el próximo congreso provincial. No sé si lo recuerdan, pero fue con él cuando las provincias perdieron la autonomía financiera y comenzó el momio de que la autonómica repartiera las cuentas al albur de Ángel Hernández, al que luego la Junta le agradeció los servicios con el Consejo Asesor de la Memoria Histórica. Diálogo Social y cual.

A Ignacio Fernández, el Engolado, le dejaron en la cuneta el tal Ángel y Vicente Andrés, que le adelantó por la derecha cuando él ya se creía heredero in pectore de los desheredados de la tierra.

Tiene seis meses para decirles a los afiliados quién será el que lleve la nueva/vieja organización de clase hacia el siglo pasado, que es el país al que nos puede llevar su concepción del mundo.

Ignacio Fernández ocupa desde que el birlaron el puesto un lugar reservado a los que ganan el premio al más inocente de la clase. Le dieron la presidencia de la Fundación Jesús Pereda que, según asegura en su página, es un espacio para promover el pensamiento crítico y promover el intercambio de ideas, fomentando una conciencia transformadora de la realidad. Me muero. O sea, que el sindicato va por un lado y la fundación Pereda por otra. Tanto estravismo me escama, ¿no crees Ignacio?

Ignacio Fernández es el más castellanista de todos los obreros que, como él, nunca han sido obreros ni nada parecido y que llevan una vida de ventaja medrando a costa del poder.

Que un leonés se lo monte en contra de su propia tierra tiene tela, pero que alguien a quien otorgaron el premio de consolación a base de collejas acepte regresar para hacer el papel de doncella del señorito refleja hasta qué punto la charlotada aún nos deparará grandes sorpresas. Ignacio Fernández, el chico de Vicente Andrés, aún tiene la posibilidad de expiar sus pecados y, sobre todo, su ridículo, que al final es por lo que le recordarán.

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