Diario de León

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Quien decide los términos del debate gana y, de momento, el alcalde lo hace por goleada. Fue él quien escogió hacer del leonesismo la bandera de su mandato y él será el que escoja ahora cómo y cuándo desarrollar la mejor dialéctica, marcar los tiempos de la música que el resto bailará. Deja poco margen de acción para que los demás decidan la coreografía con la que camuflarse según el soplido del viento. No ha salido Margarita Torres beneficiada por su primera vuelta al ruedo electoral. Le ha tocado un Miura complicado y no sólo por José Antonio Diez. El leonesismo no puede ser práctico si no se hace carne a través de la autonomía. Abandonad toda esperanza. No hay manera de ser bandera de la defensa de León si no es a través de la dicotomía. No es posible. Lo contrario es negar la verdad por un principio de autoridad de la que carecen.

Decía Margarita Torres que lograr la Comunidad no nos va a dar de comer, pero es que seguir con Castilla nos condena a la gangrena económica, la misma que hace que hayamos perdido todo el tejido productivo y que la única riqueza con la que contamos—ahora que ya sabemos que la Ciudad del Mayor es otro centro de día— es la vejez.

La concejala del PP es mucho más lista de lo que demostró el domingo. Sabe que no podrá embaucar a los electores, que en los últimos cuatro años el debate ha cambiado de manos y que, aunque en Madrid la ola de Alberto Núñez Feijóo no deje de subir, en León corre el peligro de quedarse en poco más que una suave resaca.

El leonesismo práctico es el que permitirá que los leoneses sean lo que quieran ser, sin que los sindicatos, partidos, empresarios arrendados y demás camarilla que vive con los rescoldos que nos ceden desde Valladolid y Madrid traten de mediatizar nuestra opinión con cantos de sirena. Ya no cuela o, al menos, no debería.

Otra cosa es que esto se parezca cada vez más al ejército de Pancho Villa y que, como decía Rulfo, haya pueblos que saben a desdicha.

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