Diario de León

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Qué gran coincidencia! El aniversario de los Decreta (831 años de nada) coincide con el primer hito de la Mesa por León. Casi mil años separan a un líder que salvó el reino con una idea que abrió la modernidad de los pesebreros que pervirtieron (otra vez) una idea para salvar su corralito particular. Os ha salido muy bien, en serio. Los que llamaron a los ciudadanos a secundar una manifestación para hacer de figurantes de la gran comedia del engaño dicen ahora que tienen que ser los jefes autonómicos quienes decidan cuál es el siguiente paso. ¿Y los empresarios? Me cuesta disimular la carcajada de sarcasmo que me provoca recordar esa mesa de señoros con la que representaron la última farsa contra los paisanos. «No es momento» ¿perdón? ¡Este es el momento! Sólo queda un instante para evitar que la provincia se convierta en un lugar espectral. Cuando todo esté arrasado ya no quedará nada, ni siquiera leoneses, para iniciar el camino de vuelta.

Aunque a lo peor, eso es precisamente de lo que se trataba desde el principio. Partidos advirtiendo a sus concejales en contra de la soberanía popular, sindicalistas haciendo el caldo gordo en eso que llaman Diálogo Social, empresarios que abdican de su obligación de trabajar para que este pequeño mundo en el que nos confinaron sea un motor de crecimiento y riqueza. Si todos habéis renunciado a vuestro papel en este drama ¿Qué hacéis que no os bajáis del escenario?

Puede que no haya nadie que os pida cuentas tras el naufragio, cuando el paisaje después de la batalla haya desterrado la esperanza. Este entremés al que nos obligan a asistir como al perro de Paulov consistía en acallar voluntades, en llegar a un lugar en el que la miseria silenciara cualquier voz discordante, un decorado final en el que el león rampante se convierta en una alfombra que embarren con sus intereses los mismos de siempre. Qué gran trabajo.

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