Diario de León

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Que vamos en la buena dirección quedó claro el miércoles en Madrid cuando @alferma1 dijo que el debate de León solo «no está en discusión». What’s the point, then? —preguntaría un británico ante la afirmación— ¿Por qué nombrar la bicha si la bicha no existe? diría un castizo.

Rebatida la afirmación, sólo queda pensar que el subconsciente le juega jugarretas al presidente, que sabe que las cosas ya no están tan claras como hace 20 años. Y es que, en lugar de hacer caso a Lampedusa, Herrera & co se empeñaron en acabar con el problema a las bravas: eliminando su origen. Así, se puso en marcha una operación para destruir la economía y la sociedad leonesas y  orquestaron toda una campaña de borrado de la identidad que ha llevado a que hoy los leoneses no pasemos de ser castellanos de cuarta, parias en un país que no ha dejado de difuminarse por el síndrome de Estocolmo con el nacionalismo.

Así que, sí, el papel de León en la organización administrativa del Estado está en cuestión, y puede que esta vez no encuentren traidores que hagan el caldo gordo al staus quo. Por eso hay que ser muy cuidadoso con según que informaciones que dan siete y ocho diputados a la eventual plataforma de la España vaciada y cuyo único objetivo puede estar en dispersar el voto para que León no logre nada.

A Vox le costó nada menos que 40.589 votos conseguir que Pablo Calvo ocupara un escaño en el Congreso, unas cifras que quedan muy lejos de las obtenidas por los leonesistas, que se quedaron en los diez mil apoyos. ¿Qué ocurriría si se dispersara el voto? Cuidado.

Las autonómicas, a la vuelta de Nochebuena, serán el único sondeo claro con el que contaremos para saber qué futuro nos espera. Mañueco afirma que el mapa está cerrado, como los consultorios de los pueblos, como las posibilidades de los niños de contar con apoyos extraescolares, como el crecimiento económico de la provincia, como la propia supervivencia más allá de la barra del bar. Lo primero es comer, luego la ideología

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