Medicina blablablá
Es de sobra sabido que para que exista Valladolid, León tiene que desaparecer. De lo contrario, la capital de Castilla estaría en Burgos y todo el edificio de bulas, mercedes, prebendas y favores que han ido pegándose a la villa construida al calor de la gula del valido de Felipe III se vendría abajo. Así que, claro que no, ¿o qué pensabais? ¿De verdad creísteis que la consejera de Educación sería abogada de la facultad de Medicina? «La implantación de blablablá en el sistema universitario de Castilla y León blablablá no es algo que se pueda gestionar de manera unilateral blablablá », ha dicho.
En realidad, me he tomado la libertad de traducirla para que se la entienda mejor, para que con el ruido no se pierda que lo que quiere decir en realidad es que blablablá lo llevan claro los de León. Y a ritmo del blablablá llevamos casi 40 años y a punto de unas municipales y generales en las que los leoneses blablablá están a punto de mandar a la mierda a todos los que desde Adif, desde la CHD, desde los ministerios y las con(s)ejerías han trabajado por y para que eso de lo que hablaba al principio sea más que una realidad, para que León —su borrado de la historia, de la sociedad y de la economía— haga posible que Valladolid sea el agujero negro del noroeste de España.
Rocío Lucas debe saber que blablablá el Hospital del Bierzo no tiene médicos, que los paisanos que viven al otro lado del Manzanal, esos a los que blablablá la Junta y los políticos del Consejo Comarcal les birlan la dignidad a cambio de sueldos y blablablá no tienen los mismos derechos que los de cualquier otro territorio de la Comunidad a pesar de que — blablablá— sea los únicos que han sido reconocidos como comarca.
Ahí están los de San Andrés que, también a golpe de blablablá ¡Les saco 10.000 personas a la calle! Blablablá . Y los de Adif, sordos ante los balbuceos, que te la envaines, Camino, que a los que vamos a soterrar es a tus votantes, blablablá , y así seguimos sin salud, ni agua ni energía, sin industria ni manera de encarar el invierno. Nos queda la elocuencia de los canallas: Blablablá.