Diario de León

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El antiguo consejero de Sanidad quería arreglar los problemas en las zonas rurales eliminando a los médicos de la ecuación. Fue el llamado plan Aliste, que consistía en dejar los consultorios abiertos para que los enfermos se pusieran por sí mismos las tiritas. El de ahora, disimula un poco más, pero el resultado será el mismo. El proyecto está en la página de la Junta y demuestra las razones por las cuales esta comunidad no es ni será nunca un proyecto de éxito.

La oferta pública de empleo la realiza el gobierno de Castilla y León para cubrir las plazas en Ávila, Burgos, El Bierzo, Palencia, Soria y Zamora. Pongan ustedes aquí el comentario que más les convenga.

El mío lo explico a continuación, pero antes de nada, es imperativo decir que esta demanda laboral —oferta no hay, por eso estamos en esta situación— se hace para médicos extracomunitarios y las consecuencias las sufrirán los pacientes del Bierzo.

¿Por qué? Porque la incorporación es inmediata, con lo que a todos estos aplicantes nadie les exige que cumplan el MIR, que se formen, en suma, antes de ponerse a practicar una clínica para la que no están preparados. Tal vez por ello, en el anuncio se asegura que los que estén dispuestos a irse al oeste de León recibirán «formación continuada y a medida».

Los médicos de Primaria son el eslabón más importante de la cadena. Son ellos los que deciden a qué especialidad derivar a un enfermo, ellos, quienes tienen —o no— el ojo clínico necesario para intuir en momentos críticos qué le ocurre al paciente y, por lo tanto, el protocolo a adoptar con el fin de mejorar, cuando no salvar, su calidad de vida.

Todo lo anterior, demuestra que para la Junta hay ciudadanos de primera, de segunda y de cuarta, como los médicos, a los que exigen más o menos talento y preparación según esté en juego la salud de unos u otros ciudadanos, de unos o de otros territorios. Lo llaman difícil cobertura. Yo, racismo.

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