Diario de León

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Llevábamos unos años en los que los ayuntamientos (algunos) habían dejado de cobrar las plusvalías que —eso se creen ellos— genera la muerte. La norma se hace siempre para someter al ciudadano al aparatoso engranaje del Estado. Podríamos decir que, ante la voracidad de la administración,  delendum est civis , borrado, a no ser por los números con los que Pantagruel nos marca antes de cada festín. Pero tras el Covid todo será mucho peor. Lo único que me llama la atención es que la vuelta al ‘robo a mano armada’ la protagonice un ayuntamiento del PP como Villaquilambre. ¡Con lo ortodoxos que son con eso de que el dinero tiene que estar en el bolsillo del ciudadano! Manuel García ha debido dar órdenes de que lo único que importa es el bien común y eso siempre empieza por el arbitrio para sacar el cuchillo jamonero y empezar a mutilar el sustento económico de los vecinos. La diana sobre se acumulan los dardos es siempre la misma, la clase media, cuya única pátina será ya siempre el barniz grisáceo de la masa trabajadora.

En el ayuntamiento del alfoz gobernado al alimón por el alcalde popular y Lázaro García Bayón, representante de sí mismo, han comenzado a desempapelar todos los archivos que dormitaban a los pies de los funcionarios. El dragón de la iniquidad llega en forma de correo certificado y te abrasa con una receta de 10.000 euros por esa herencia de tu padre que ya nunca valdrá nada.

Me gustaría comprender la razón por la cual si vendo por cinco una propiedad que me costó veinte puedo sostener que lo que recibo, en realidad, es una minusvalía mientras que tras el duelo por la pérdida de un familiar, un ayuntamiento, pongamos que el de Villaquilambre, decide que aún no he terminado de padecer, que puede que me tenga que hipotecar para no perder una ruina que mi hermano me legó antes de morir.

¿Hasta dónde puede llegar la malversación del bien común? No es posible crear riqueza común si empobrecemos y desalentamos a los que mantienen al Estado. Ahora, que ellos — los políticos—pueden crear un koljós con envolvente térmica y no salir más.

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