Diario de León

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Hace un año estaba a punto de celebrar una Navidad que, por varias razones, sólo me despertaba tristeza. Fueron unas fiestas duras seguidas de unos meses dolorosos. Y el coronavirus no tuvo nada que ver. Todo ha pasado de manera extraña. Somos un año mayores, pero inmensamente más sabios. Y eso es un motivo de melancolía. Es curioso cómo el tiempo espolea nuestras esperanzas hasta que nos damos cuenta de que la vida consiste precisamente en eso, en calcular qué porcentaje de anhelos podemos guardar en el cajón de lo perdido. Y es raro, porque cada vez lloramos menos pero cantamos en clave de blues, ese sentimiento de orfandad que, sin embargo, nos hace reconciliarnos con quien realmente somos. Hace un año sabía que con el 2020 perdería la partida de ajedrez, pero intuía que en la siguiente teníamos una mano ganadora. Y así fue. Estamos a punto de vivir una nueva Navidad, una en la que ya no somos todos, pero que, irremediablemente será la de siempre. Porque el tiempo es tan tenaz que consigue que, aunque nos hayamos desorientado en un momento del pasado, nos proyectemos hacia el presente continuo, hacia el futuro incierto.

Hace un momento que ocurrió todo, también la Navidad. Incluso los que no creen en el misterio de la cristiandad saben que encierra algo tan secreto y real como la propia vida que nos atraviesa. Lo hace a cada segundo, durante todos los segundos en los que presagiamos la conciencia de pertenencia al mundo. Sabemos que somos y que estamos aquí aunque el siguiente paso sea un enigma. Cada año vivimos el mismo acontecimiento pero somos otros y eso convierte la celebración en algo orgánico. Saldrá el sol y se pondrá y no le importará si sufrimos o no, si nos sentimos reconocidos o no, si creemos o no. En eso consiste todo, en que no hay nada por lo que el día deje de llegar, incluso el que más tememos. Ese dios silencioso que no hace diferencias, que nunca se pronuncia porque espera que seamos nosotros quienes lo hagamos es el enigma que lo hace real. En realidad, nunca deja de nacer, como nosotros.

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