Diario de León

Navidad

EL BAILE DEL AHORCADO | Los falsos dioses siempre tienen algo en común: es fácil seguirles porque no obligan a nada

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Hay un intento triste de anestesiar la Navidad, de convertirla en el stand by que va desde la locura consumista del Black Friday hasta la borrachera de las rebajas. Quienes eluden la felicitación cristiana con la mutación del átono emocional pagano lo hacen con la soberbia que les proporciona un complejo de superioridad intelectual que no es más que la demostración de su incapacidad por pensar(se) de manera crítica.

¡Felices fiestas! dicen los snobs aculturados; ¡Feliz Año! corean el día 24, y queda en la recámara de la intención la posibilidad de preguntarles cuándo y por qué se inició la era a la que saludan y con la que tratan de vaciar de contenido el sentido de la celebración. Miramos desde el Moab un año que aún no ha llegado con la arrogancia del que cree que está a tiempo de todo, incluso de celebrar lo que no existe, y nos negamos a admitir que hace 2020 años la miseria alumbrada en un establo arrasó la historia de la humanidad. 

El misterio de un Dios encarnado en el hijo de dos perseguidos es demasiado crudo como para que la religión indolora del new age sea capaz de arrodillarse ante él. Los profetas de las fiestas de invierno prefieren adorar los neones que devastan la espiritualidad y nos alejan de la trascendencia. 

Pero hay una oscuridad con la que la luz del alba no puede acabar y un frío que no se despega con la energía de los astros. Por eso nada puede competir con el relato de un mundo que se detiene ante el niño mecido en el pesebre del ganado. Fue un momento muy parecido a este. Los falsos dioses siempre tienen algo en común: es fácil seguirles porque no obligan a nada. Los que tratan de hacer tábula rasa de los últimos dos milenios olvidan que todas las historias, todos los relatos, todas las imágenes con las que componemos el puzzle de nuestra cultura tienen el mismo origen. La diferencia entre el solsticio de invierno y la Navidad es que el sol se apagará. De hecho, todo lo que tiene que ocurrir, ha ocurrido ya. 

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