Diario de León

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Llevaba todo el día preguntándome quién era el consejero de Cultura tras la salida del señor de antes, un tal Ortega que regaló los presupuestos a empresas privadas, de las que llegan, hacen un par de trucos de artificio y se van, no antes de presentar una factura que convierte el producto en excelente simplemente por la cantidad de ceros que lleva a la derecha. ¿Ustedes también? Tampoco saben, quiero decir, quién es el responsable de la literatura, el arte, la música y el patrimonio de la Comunidad. Pues pónganse cómodos porque nos quedan otros tantos meses de sequía absoluta en un lugar que, obviando el triángulo industrial que forman Valladolid, Burgos y Palencia, no tiene más futuro que el que le genera la creación, la de los hombres del pasado y de los que ahora se empeñan en este mundo de crujir de dientes que es la cultura en España a no ser que estés en la pomada.

Como siempre ocurre con el Partido Popular, le han encargado a la señora de Educación que se ocupe de lo que para este sector ideológico —así les va— no es más que decoración de interiores y juegos florales.

Puede que por eso, ahora la Uned se dedique a presentar en Ponferrada conferencias sobre las comunidades, una manera como cualquier otra de pagar con dinero público una identidad que no existe en una invención de la historia en la que nada de lo que se cuenta es verdad. ¿Qué más da? Es la propaganda, que mueve el mundo, que entierra lo que pasó para dar coartada a un modo de entender la vida basado en el engaño y el latrocinio.

Y, como me imagino que el próximo consejero de Cultura será de Vox, me juego un cine a que no desaparecerá ninguno de los chiringuitos creados al calor del chanchulleo del poder. Ahí seguirán todos, desde la funesta Fundación Siglo, pasando por la que ahora se llama Castilla... sin hablar del Somacyl, Siemcalsa, Ita, Anclaje, etc. Y es que no serán ‘cuchitriles’ de género ni platós de ideologías perversas, sólo artefactos dedicados al extraperlo del colegueo. A ver qué pasa.

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