Un año en palacio

No habrá tal, pero en el PSOE deberían aprender la lección de las elecciones vascas y gallegas si quieren reeditar el éxito que tuvieron en la provincia en las últimas elecciones. Porque lo de la Secretaría de Incibe en Valladolid es —y así quedará— una anécdota sin fuelle, pero los ánimos... El día 19 hará un año del cambio de tonalidad en la Diputación después de casi medio siglo de tamiz popular, pero los resultados del pacto que le abrió los Guzmanes al PSOE aún no se ven, y lo peor es que de tanto marear la perdiz, al final lo que decían, cada uno en su estilo, Cendón y Robles, ya saben, eso de que cuando le va bien al PSOE (o al PP) le va bien a León, se va a convertir en el hit del sarcasmo.

Un representante del leonesismo me asegura que en el caso de que fuera verdad —lo del Incibe—, ya no habría ninguna razón que justificara la dirección socialista en el palacio provincial. «Tampoco la nuestra», remataba.

No voy a ponerme en plan quisquillosa, pero me gustaría saber qué pasa con Torneros, con la Variante de Pajares, con la Ciudad del Mayor, con la AP76, la León-Valladolid, la transición injusta (me recuerda A), los Payuelos al Carrión...

En realidad, el solipsismo del PSOE —¿saben ustedes dónde está León?— corre el riesgo de convertirse en onanismo a no ser que salgan de la melancolía (o de la soberbia) y cumplan.

Ayer, Ana Sánchez alababa un Estatuto de Autonomía que lo único que ha logrado ha sido convertir el noroeste de la autonomía en un paraje invisible y decadente, sin parangón con ninguna otra región de España, y aludía a los gobiernos del PP como la causa de que León se haya convertido en Pedro Páramo.

Su problema es que todas las voces que paseaban junto a la historia difunta de Juan Rulfo también estaban muertas, como la mesa por León, como las palabras que se han repetido tanto que ya no tienen significado. Puede que nosotros, como ocurre con Comala, estemos en la frontera de ninguna parte, pero los espíritus traicionados nunca se van solos.